miércoles, 13 de julio de 2011

LA JUNGLA DE CEMENTO Y LADRILLO

Un día cualquiera en Murcia. Mientras avanzamos por la Avda. Juan Carlos I o la de Juan de Borbón, por la zona norte de la ciudad, van apareciendo edificios y más edificios levantados al calor de la fiebre urbanística que sufrió nuestro país y, con mayor virulencia, la Región de Murcia. Una jungla de cemento y ladrillo, con inmuebles acabados pero prácticamente vacíos, con las persianas cerradas y multitud de carteles donde se puede leer el consabido anuncio de "Se vende". Junto a estos edificios pueden verse los esqueletos de otros que parecen haber sido abandonados con urgencia, con las grúas aún en pie, como si estuvieran esperando que los albañiles y maestros de obra fueran a volver de un momento a otro, en cuanto recibieran las órdenes de los constructores y promotores. Unos y otros han crecido como hongos en un paisaje desolado de solares sin equipamientos, en un caos desordenado.
Avda. Miguel Indurain (Murcia)
Nuevas avenidas han visto la luz, atravesando bancales de limoneros que rodean al casco urbano, con la idea, dicen, de aliviar el tráfico, pero que condenan a los terrenos circundantes a ser presa de esa fiebre urbanizadora, que ha sido bajada bruscamente por la crisis. 
En Murcia hay casi 85.000 obras paralizadas. En España, 1,5 millones de viviendas construidas están sin vender. Del total de viviendas disponibles, cerca de 200.000 están en manos de las entidades financieras, entre 620.000 y 720.000 son usadas y cerca de 683.000 son vivienda nueva. De estas últimas, unas 473.000 están terminadas, pero no vendidas y cerca de 210.000 están en construcción (ver enlace). 
En este panorama desolador, miles de personas están siendo desahuciadas, al no poder hacer frente a los pagos de los préstamos hipotecarios que alegremente concedieron las entidades financieras en los años de bonanza económica. Estas familias deben, como es sabido, seguir pagando las hipotecas contraídas, durante el resto de sus vidas, en algunos casos, siendo miles de ellas las condenadas a la más absoluta miseria e indefensión (ver enlace).
Nos encontramos, pues, con las dos caras de la moneda: cientos de miles de viviendas vacías mientras familias enteras y jóvenes en busca de su primera residencia no tienen acceso a un derecho fundamental como es la vivienda, según reza el artículo 47 de la Constitución. Artículo que, por cierto, insta a los poderes públicos a establecer mecanismos para impedir la especulación en este tema, cosa que no solamente no han conseguido sino que han favorecido, por acción u omisión.
Es necesario que se modifique la ley Hipotecaria para que la dación en pago sea un hecho generalizado, no solamente una posibilidad que casi nunca aplican los bancos (art. 140 de dicha ley). Además, hay que dar salida a estas bolsas de viviendas vacías,  con alquileres sociales, para que se rompa la espiral especulativa y el acceso a una vivienda digna sea una realidad en nuestro país.

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