viernes, 26 de abril de 2013

CHERNOBYL, 27 AÑOS (Y UN FUKUSHIMA) DESPUÉS

Hoy hace justo 27 años que explotó la central nuclear de Chernobyl, en Ucrania, contaminando la zona durante años por la radioactividad emitida. A la una de la madrugada del día 26 de abril de 1986, durante una prueba que simulaba un corte en el suministro eléctrico, el sobrecalentamiento del núcleo del reactor provocó la explosión del hidrógeno acumulado, liberando una cantidad de materia radioactiva 500 veces mayor que la producida en el bombardeo de Hiroshima en 1945. Esta explosión causó la muerte directa a 31 personas y obligó a evacuar a 116.000 personas del área afectada. Aún hoy, 9.000.000 de personas siguen viviendo en zonas altamente contaminadas y una superficie de unos 160.000 Km2 (una cuarta parte de la extensión del Estado español, o el equivalente a tres veces Bélgica) ha quedado contaminada irreversiblemente con altísimos niveles de radiactividad. A pesar del tiempo transcurrido, el peligro no ha pasado. Más de 100 toneladas de combustible nuclear y más de 400 kilos de plutonio (material altamente radiactivo) continúan en el interior de las ruinas del reactor accidentado. 

En 2006, a instancias del Partido Verde alemán, Die Grünen, se emitió el informe TORCH 2006, en el que se decía, entre otras cosas, que más de la mitad del yodo-131 de Chernobyl se depositó fuera de la antigua URSS, informándose de posibles aumentos de cáncer de tiroides en la República Checa y en el Reino Unido. El informe predice de 30.000 a 60.000 muertes sólo por cáncer debidas al accidente, y un aumento de entre 18.000 y 66.000 casos de cáncer de tiroides sólo en Bielorrusia. En 2006, a 20 años del accidente, se observó un incremento medio del 40% de tumores sólidos en Bielorrusia, con los aumentos más destacados en las regiones más contaminadas y señalaba que dos efectos aparte del cáncer como son la inducción de cataratas y las enfermedades cardiovasculares también están bien documentados con una clara evidencia de conexión con el accidente de Chernobyl.

El accidente de Fukushima de hace dos años nos recuerda que los riesgos de la energía nuclear son demasiado altos. Las consecuencias de este accidente fueron la emisión de partículas radioactivas en una cantidad no determinada, llegándose a detectar aumentos de concentración de yodo y cesio proveniente de Japón hasta en España, además de verterse al mar una cantidad de yodo radiactivo en una cantidad de hasta 7,5 millones de veces superior al límite legal y de cesio en cantidades 1,1 millones de veces por encima de esos límites. Se ha verificado también un aumento de las incidencias de cáncer en Japón tras el desastre. 

En el mundo hay 435 centrales nucleares, que producen solamente el 15% de la electricidad total. De ellas, 104 están en EE.UU., 58 en Francia, 50 en Japón y 33 en Rusia.  Actualmente, 65 unidades más se encuentran en construcción en países como China, India, Bulgaria, Japón, Rusia, Corea del Sur, Finlandia o Francia. China lidera el ránking en la construcción de nuevas centrales nucleares, con 26 de ellas, seguido de Rusia, con 10 centrales. Como se ve, los países emergentes son los que más centrales están construyendo, para atender a sus necesidades energéticas en esta fase capitalista en lo económico por la que están atravesando. En Europa, Francia es el país más dependiente de la energía nuclear, pues casi el 78% de sus electricidad proviene de fuentes nucleares.

Los defensores de la energía nuclear arguyen una serie de argumentos que pueden ser rebatidos. Dicen que sin ella, volveríamos a una especie de prehistoria energética, porque no podríamos atender la demanda; sin embargo, ya se ha dicho que sólo supone el 15% de la energía total. En España la energía nuclear sólo suministra el 21% del total. También se dice que es más barata, pero no se cuenta, en esos cálculos de costes, la gestión y tratamiento de los residuos radiactivos, que corre a cargo del Estado, en el futuro Almacén Temporal Central (ATC). Mientras tanto, los residuos de las siete centrales españolas (tras el cierre de Garoña por obsoleta) nos cuestan 60.000 euros al día para que sean tratados en Francia. Por otro lado, las reservas de uranio son limitadas, calculándose en 40 años el tiempo que falta para que se agoten. Además, el uranio que se utiliza debe pagarse a altos precios, por lo que somos dependientes del exterior para utilizar esa materia prima. Sus defensores argumentan que no emite CO2, por lo que no contribuye al cambio climático, pero el peligro de accidente y sus consecuencias superan con creces los riesgos del cambio climático, además de que los residuos nucleares son un problema añadido que trasladamos a las generaciones futuras.

Las energías renovables son la alternativa a esta peligrosa fuente y a los combustibles fósiles. Sin embargo, el lobby de la energía nuclear acusa a las energías renovables de no ser rentables y de que no están lo suficientemente desarrolladas hoy en día. Pero según el informe Renovables 2050 de Greenpeace, con el desarrollo tecnológico adecuado, España tendría una capacidad de generación de 56,42 veces la demanda peninsular de electricidad para el 2050, o de 10,36 veces la demanda de energía total peninsular para ese mismo año. En 2010, el sector de las energías renovables contribuyó en un 0,94% al PIB nacional, con casi 10.000 millones de euros, y empleó a más 110.000 personas. Sin embargo, la eliminación de las primas a este tipo de energía provocó un retroceso del 68% en la inversión, liderando el hundimiento de este tipo de inversiones en todo el mundo. 

Los accidentes de Chernobyl y Fukushima, así como el destino de los miles de toneladas de residuos radioactivos en todo el planeta deben hacer reflexionar a nuestros gobernantes y hacerles replantearse su política energética que, siguiendo la lógica capitalista, sólo tiene en cuenta los beneficios a corto plazo, sin pararse a pensar en las consecuencias que para la población en general tendría que se repitieran estas catástrofes nucleares.


lunes, 22 de abril de 2013

PERTENECEMOS A LA TIERRA

Hoy se celebra el Día Mundial de la Tierra, esa nave que nos traslada por el espacio y que alberga a ese milagro que llamamos vida desde hace varios miles de millones de años. Nuestro planeta ha soportado cambios drásticos en su dilatada historia, como extinciones masivas o alteraciones abruptas del paisaje por erupciones volcánicas, terremotos y glaciaciones. También ha sido testigo de la evolución de las especies, desde la célula primigenia hasta llegar a la maravillosa biodiversidad actual. Todos estos cambios se han efectuado a una escala geológica, en la que varios miles de años no son sino un pequeño instante en el avatar del planeta Tierra.

Sin embargo, la aparición del ser humano ha acelerado estos cambios, sobre todo en los últimos 200 años. Desde la Revolución Industrial, el número de habitantes en el mundo se ha multiplicado por diez, pasando de poco más de 700 millones de habitantes en el siglo XVIII a los más de 7.000 millones actuales. Ese aumento tan brutal de población ha traído como consecuencia una presión muy fuerte sobre los ecosistemas, traducida en la destrucción de hábitats y la extinción de especies a una tasa jamás conocida anteriormente, debido principalmente a la deforestación, la contaminación del aire y de las aguas y la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del  cambio climático, que  es el verdadero reto al que debemos hacer frente de forma inmediata para evitar el colapso del planeta. El deshielo paulatino de los hielos del Ártico o la frecuencia y virulencia de inundaciones, sequías y demás fenómenos meteorológicos son el signo inequívoco de que el cambio climático es una realidad.

Pero el impacto del ser humano no es homogéneo a lo largo y ancho del planeta. Los habitantes del llamado “primer mundo” tenemos la mayor parte de la responsabilidad de la situación actual, pues nuestra huella ecológica es mucho más acentuada. Si todos los habitantes de la Tierra consumieran recursos y produjeran desechos al mismo ritmo que lo hacemos los habitantes de la Región de Murcia, necesitaríamos tres planetas para atender nuestras necesidades. Actualmente la totalidad de la Humanidad ha sobrepasado la capacidad de carga del planeta, pues ya se consume un 50% más de lo que la Tierra es capaz de generar. 

A nivel local, la presión antrópica sobre los ecosistemas es más que patente. En la Región de Murcia, sólo el 8% de su superficie está calificada como espacio natural protegido, frente a la media española del 12,41%. Los últimos espacios vírgenes de nuestra costa están siendo seriamente amenazados por proyectos residenciales (Marina de Cope) o industriales (macropuerto de El Gorguel). El gobierno regional tiene previsto autorizar actividades extractivas de gran impacto ambiental como el fracking o la minería, sobre todo en el noroeste murciano. Las decisiones políticas de nuestros gobernantes son una huida hacia adelante, pues no son conscientes de que en un planeta finito el crecimiento económico no puede ser ilimitado.

Como ciudadanos, podemos hacer mucho para revertir esta situación, tanto a nivel individual, adquiriendo hábitos de conducta responsable (consumo de productos locales, uso del transporte público y la bicicleta, reciclaje, ahorro energético...) como colectivamente, presionando a los gobernantes para que cambien sus políticas o apoyando a asociaciones vecinales, colectivos sociales y grupos ecologistas que luchan por un cambio de modelo.

En el Día Mundial de la Tierra, es preciso cambiar nuestra percepción de que “la Tierra nos pertenece” a que “nosotros pertenecemos a la Tierra”, y poner las condiciones para legar a las generaciones futuras un planeta vivo y habitable. Es nuestra responsabilidad.


Artículo aparecido hoy en el diario La Verdad de Murcia.



viernes, 19 de abril de 2013

NO ES PAÍS PARA CICLISTAS

Hoy se celebra el Día Mundial de la Bicicleta. Desgraciadamente, cuando hay que dedicarle un día concreto del año a un acontecimiento, una situación o un fenómeno, significa que aún hay que llamar la atención a la sociedad sobre ese tema, para que seamos conscientes de una carencia, un problema y de la necesidad de reflexionar sobre ello.

Aunque cada vez más a menudo se ve por las ciudades a ciclistas urbanos, en la mayoría de los casos se trata de personas valientes que se atreven a salir a las calles para bregar con los coches, auténticos dueños de la calzada en este país. Hay que sortear toda una serie de obstáculos, empezando por las temidas rotondas, ese invento que parece pensado para practicar el "tiro al ciclista", y donde hay que esprintar cual un Contador cualquiera si no quieres acabar bajo las ruedas de algún vehículo. Por desgracia, muchos de los accidentes mortales de usuarios de la bicicleta se producen en este tipo de infraestructuras urbanas. Los coches en doble fila son otra dificultad que hay que vencer muy a menudo. La poca adaptación de la ciudad a las bicicletas ha expulsado a los niños del uso de este medio de transporte, que solamente usan en las pocas plazas sin coches que existen, o bien acompañados por adultos (normalmente sus padres y madres) que actúan como guardaespaldas y escudos humanos para garantizar un mínimo de seguridad.


Murcia, que actualmente preside la Red de Ciudades por la Bicicleta, debería ser el paraíso de la bici, por sus calles sin cuestas, un clima ideal para pedalear y un tamaño medio que permite acceder a cualquier punto de la ciudad en 15 minutos como máximo. Sin embargo, lo único que se ha hecho es situar puntos de amarre de bicis desperdigadas por el casco urbano y alquilar unas decenas de bicis mediante una modalidad que hace que una sola persona acapare una bicicleta para todo un año, en vez de habilitar un sistema de alquiler por horas, como se ha hecho en otras ciudades europeas como París, Sevilla o Barcelona. Por no hablar de los pocos kilómetros de carriles-bici en el centro y norte de la ciudad, sin conexión con las pedanías.



Está de actualidad la pretensión de la DGT de implantar la obligatoriedad de llevar casco en las zonas urbanas, cuando hasta ahora sólo es obligatorio en zonas interurbanas. Sin embargo, muchas son las voces que claman por lo absurdo de esta medida, empezando por la propia Red de Ciudades por la Bicicleta, quien en una reciente reunión de su Junta Directiva, aprobó por unanimidad mantener la actual legislación, que no obliga al uso del casco en vías urbanas, ya que los estudios actuales no demuestran que el uso del casco represente una reducción de los accidentes o muertes por lesión cráneo-encefálicas y, sin embargo, sí reduce el número de ciclistas que usan la bicicleta como medio de transporte, y con esta reducción de usuarios disminuiría la seguridad de los ciclistas. Somos el país con mayor mortalidad ciclista (49 fallecidos en 2011) pero el 75,5 % de los fallecidos lo hicieron en carretera, donde el casco es obligatorio. Los países occidentales donde se pensó hacer esto (Australia, Holanda, Dinamarca...) dieron marcha atrás en sus pretensiones , porque los inconvenientes del uso obligatorio del casco superan a sus ventajas. Una cosa es recomendar y otra muy distinta obligar, que conlleva sanciones económicas.



La mayor seguridad para l@s ciclistas viene precisamente por la existencia de un gran número de usuarios de la bici, pues l@s automovilistas estarían acostumbrad@s a su presencia en las calles, disminuyendo su velocidad. Esto favorecería también a l@s peatones, colectivo que sufre cada vez más accidentes de tráfico. Un menor número de ciclistas por las calles, con su correspondiente casco, daría una sensación de falsa seguridad, y l@s automovilistas no levantarían el pie del acelerador, con el consecuente peligro para l@s usuari@s de la bicicleta. En ese sentido, es curioso cómo uno de los más acérrimos defensores del uso del casco es el RACC, Real Automóvil Club de Cataluña, que poco tiene que ver con la bicicleta. Lo único que se conseguirá con esta medida es desincentivar el uso de la bici en la ciudad. Como medida alternativa, se deberían habilitar más calles 30, es decir, calles con limitación de velocidad a 30 kms/h para los coches, compartidas con las bicicletas, que pacificaría el tráfico rodado. Eso más la mejora del transporte público haría de nuestras ciudades espacios de convivencia y movilidad amable. 

El fomento de la bicicleta como medio de transporte urbano debe ser una prioridad para los ayuntamientos, pues sus ventajas son evidentes:

- Supone relativamente poco peligro para otros ciudadanos.

- Favorece la salud de quien lo practica, con el consiguiente ahorro a la salud pública.

- Es barato, en cuanto a adquisición y mantenimiento, en comparación con cualquier otro transporte público o privado.

- Los ciclistas urbanos disfrutan en general de una mayor productividad en sus trabajos.

- El ciclismo urbano no produce ningún tipo de contaminación atmosférica ni acústica. Se consumen menos recursos naturales en su fabricación que en la de un automóvil, lo cual también supone un menor impacto al medio ambiente.

- En ciudades congestionadas y para distancias de hasta 5-7 km, la bici es el medio de transporte más rápido. 

- Ocupa menos espacio público que los vehículos de motor. Como término medio, un coche utiliza el espacio de ocho bicicletas.


Es deseable que los ayuntamientos y las autoridades de Tráfico fomentaran este medio de transporte, en vez de desanimar a los posibles usuarios de la bicicleta en las ciudades, que es lo que están consiguiendo, en realidad.



domingo, 14 de abril de 2013

SER REPUBLICAN@ HOY

Hoy se conmemora la llegada de la II República a España, instaurada tras la victoria en las elecciones municipales del día 12 de abril de 1931 de la opción republicana en las principales ciudades españolas, pues en las zonas rurales el caciquismo imperante había inclinado la balanza hacia el conservadurismo monárquico. La modernización del país por parte del primer gobierno republicano de ese periodo, con la aprobación de la Constitución que otorgaba el voto a las mujeres -incluso antes que Francia, por ejemplo, que no lo instauraría hasta 1944- la mejora de las condiciones de trabajo de la clase trabajadora, la separación de la Iglesia y el Estado o la ley del divorcio fue acercando a España al resto de Europa. Sin embargo, los estamentos más reaccionarios (Iglesia, ejército y terratenientes) hicieron todo lo posible para revertir estos acontecimientos, desmontando lo hecho por el gobierno, tanto desde el propio régimen republicano, con partidos de derechas que gobernaron entre 1933 y 1936, como por medio del golpe de estado que dio lugar a la Guerra Civil, una vez que el Frente Popular ganara las elecciones de febrero de 1936. Los desacuerdos entre los propios partidos de izquierdas (socialistas, comunistas y anarquistas) contribuyeron a que la II República tuviera un corto recorrido en nuestro país.

Tras el macabro paréntesis de 40 años de franquismo y una transición en la que se decidió por parte de unas "élites" políticas la aceptación de lo "atado y bien atado" por el dictador, al subir Juan Carlos al trono en 1975, el pueblo español no ha tenido aún la oportunidad de definirse en cuanto a su preferencias respecto del régimen que queremos para nuestro país. La monarquía, institución anacrónica y obsoleta que está instaurada en algunos países europeos (España, Reino Unido, Holanda, Suecia, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Mónaco, Luxemburgo y Liechtenstein), no casa muy bien con los valores democráticos que se quiere para una sociedad moderna. La ocupación de la jefatura de un estado por una serie de personas por el solo hecho de ser miembros de una determinada familia va en contra de la igualdad de oportunidades que una sociedad debería tener como bandera.
 
Las repúblicas europeas (Francia, Portugal, Italia, Grecia, Alemania, Austria, Irlanda, Islandia, Hungría, etc.), mayoritarias en el continente, tienen presidencias con diferentes grados de poder. Desde repúblicas con presidentes omnipresentes y pluripotenciales, como la francesa, hasta aquellas en las que el presidente no es más que una figura decorativa y representativa, como la alemana, la italiana o la irlandesa, siendo l@s primer@s ministr@s de uno y otro signo las máximas responsables de la toma de decisiones en esos países. Pero, a diferencia de las monarquías, l@s presidentes son cargos electos y limitados en el tiempo, siendo sustituid@s si no cumplen con lo establecido por su cargo, cosa que es prácticamente imposible en una monarquía. Por otro lado, es cierto que el hecho de que un país tenga un régimen u otro no garantiza el bienestar de sus habitantes. Véase si no el grado de desarrollo humano de países con monarquías como Noruega, Suecia o Dinamarca, frente al grado de corrupción en repúblicas como la griega o la italiana. 

Solamente por el hecho de que se mantenga un régimen hereditario en pleno siglo XXI, independientemente de la valía de las personas que detentan la jefatura del estado, es razón suficiente para que la república deba ser el sistema imperante en un país. Los recientes escándalos que salpican (por no decir que inundan directamente) a la familia real española (caso Urdangarín, con la infanta Cristina imputada, las cacerías del rey, el dinero de Suiza, la relación de Juan Carlos con la princesa alemana...) no hacen sino acrecentar el sentimiento republicano en España. Sin embargo, creo que hay una serie de factores que hacen que el republicanismo no sea hoy en día una opción mayoritaria. En primer lugar, los movimientos que reclaman, en su mayor parte, la república en España, siguen apelando a aquella que acabó de forma abrupta en 1936, como si la que tuviera que instaurarse en la actualidad fuera una continuidad de aquella. Pero la sociedad de entonces no tiene nada que ver con la actual. Seguir utilizando himnos, consignas, signos externos y un lenguaje propio de los años '30 es un anacronismo que aleja a la mayoría de la población de este tipo de gobierno. 

Por otro lado, en España es común asociar a la República con partidos de izquierdas, principalmente con el PCE. Que unos pocos partidos se apropien de modo excluyente de esta idea no me parece el modo más idóneo para que se convierta en un deseo mayoritario. Para que la idea republicana cale en la sociedad, debe ser algo que no sea exclusivo de un sector de la población, sino que debería ser independiente de la ideología, como ocurre en los países de nuestro entorno. Francia es republicana y laica, esto es asumido por todos y a ningún partido del espectro político se le ocurriría volver a la monarquía, abolida definitivamente en 1871, con Napoleón III como último monarca. Lo mismo ocurre con las demás repúblicas europeas. 

La república del siglo XXI debe ser reclamada por la ciudadanía como un paso más hacia la plena democratización de la sociedad. Pero debe librarse del lastre de asociarse con el pasado y con determinadas opciones políticas, a menudo excluyentes, si queremos que sea una realidad en una fecha cercana. La república debe ser federal, laica, ciudadana, sostenible y social. Sólo así será algo que toda la sociedad en su conjunto asumirá como propia.

martes, 2 de abril de 2013

LA POLÍTICA DE TIERRA QUEMADA DEL GOBIERNO REGIONAL

La coincidencia en el tiempo de la ofensiva de la CROEM para intentar que la CARM redacte un único Plan de Gestión de los espacios naturales de la Región de Murcia incluidos en la Red Natura 2000, en vez de adaptar esos planes para cada uno de esos 14 espacios, con las intenciones de los empresarios murcianos de activar la fractura hidrológica (más conocido como fracking) como medio para extraer gas de las profundidades del subsuelo del noroeste, con el beneplácito de la Comunidad Autónoma, además de las intenciones del gobierno regional de reactivar la explotación masiva de minas y canteras, no parece casual. 

A esto hay que añadir las declaraciones del Consejero de Presidencia, Manuel Campos, que tiene las competencias en medio ambiente, en Bruselas, cuando el pasado 21 de marzo acompañó al ministro Cañete, al ser la Región de Murcia la que coordina este semestre la participación de las comunidades autónomas en el Consejo de Ministros de la Unión Europea de Medio Ambiente. Campos declaró que "el impulso, la coordinación y la puesta en marcha de medidas y políticas europeas deben convertir el medio ambiente en una oportunidad para desarrollar nuevas actividades económicas" con el objetivo de "afrontar los retos ambientales y socioeconómicos actuales". Es decir, el gobierno regional abre la puerta a la explotación de los recursos naturales, en varios frentes, de forma desesperada y sin pararse a pensar en las consecuencias de tal decisión.

Todas estas actividades extractivas que el gobierno regional quiere potenciar tienen efectos muy perjudiciales para el medio ambiente, que superan con creces las bondades debidas a la creación de puestos de trabajo. Son conocidos los impactos que produce el fracking, principalmente el consumo de grandes cantidades de agua, la contaminación de acuíferos debido al uso de productos químicos, la emisión a la atmósfera de gases contaminantes y de efecto invernadero, además de impactos paisajísticos y sonoros. A esto hay que sumar la influencia de esta técnica en la incidencia de terremotos, como se ha publicado en un reciente estudio. El uso del fracking en una región como la nuestra, situada en una zona de alta actividad sísmica, no parece muy inteligente. Los fondos que se necesitarían para remediar tales impactos superarían ampliamente a la riqueza creada. Y eso sin tener en cuenta que algunos de los efectos podrían ser permanentes.

En cuanto a la reactivación de la minería y de la extracción en canteras, es posible que el gobierno regional no haya calibrado de forma detenida los impactos que genera, y si los resultados esperados cumplirán las expectativas, toda vez que la actividad minera en la región fue interrumpida hace ya décadas, precisamente por la falta de rentabilidad. La potenciación de la minería podría regularizar, además, las canteras ilegales existentes en la región.

Ante la falta de ideas de Valcárcel para reactivar la economía, ante la evidencia de que tanto el parque Paramount como el aeropuerto de Corvera, las niñas bonitas de este gobierno, son inviables y no serán las gallinas de los huevos de oro que tanto prometieron, no se les ocurre otra cosa que esquilmar aún más los recursos naturales, haciendo una apuesta a la desesperada por actividades que producen un gran impacto ambiental, sin resultados comprobados. Esta jugada, de pasada, puede inflar de nuevo la burbuja de la especulación, por la recalificación de terrenos debido a un cambio de uso (de rústico a industrial), llenando los bolsillos de algunos, pero sin beneficios para la población en general. EQUO RM ya se ha declarado en contra del fraking y del plan de reactivación de la explotación minera en la región, además de defender decididamente a los espacios naturales incluidos en la Red Natura 2000 frente a los intentos de la CROEM de explotarlos económicamente de forma indiscriminada. 

Estas medidas desesperadas por parte de la CROEM y del gobierno regional solamente evidencian que la huida hacia adelante es su única propuesta, una política económica de "tierra quemada" que, como siempre, beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría y a las generaciones futuras.