lunes, 29 de septiembre de 2014

EL "POLÍTICO", UN CONCEPTO A EXTINGUIR

Con los movimientos políticos y sociales que desde hace unos años, y sobre todo desde el 15M, se han puesto en marcha, los viejos clichés están condenados a desaparecer. Es cierto que algunos partidos, los herederos de la Transición, mantienen el sistema meritocrático en su seno, convirtiendo la política en una profesión, como se ve en el propio concepto de "carrera política", un camino plagado de fases, que suele empezar en la etapa universitaria, como representante del alumnado, siguiendo por la afiliación a las juventudes de ese partido, la escalada en los cargos internos, pasando por concejal/a, jefe de filas de la agrupación local, diputado y, en algunos casos, ostentando altos cargos (consejerías, direcciones generales, ministerios) para terminar como eurodiputad@, en el mejor de los casos. Hace años hice un repaso a las carreras políticas de nuestros próceres, algunas de las cuales han durado más de 35 años.

La exigencia de la ciudadanía de un mayor grado de participación en la cosa pública, más allá de depositar el voto en las urnas cada cuatro años, firmar peticiones y realizar manifestaciones o acciones de calle, sumado al desprestigio que tienen los representantes públicos (a menudo ganado a pulso) por la práctica habitual de las "puertas giratorias" o retiros dorados a instituciones privadas (como los conocidos casos de Felipe González, Acebes, Zaplana, etc.) y públicas (como Zapatero y Fernández de la Vega en el Consejo de Estado o el reciente nombramiento de Ruiz Gallardón como miembro del Consejo Consultivo de la CAM), con sueldos desorbitados a cambio de unas pocas reuniones mensuales, hace que la profesión de político deba dejar de serlo como tal y que pase a ser una actividad realizada por cualquier ciudadan@ en cualquier momento de su vida, a la manera de la democracia ateniense, pero ampliada a todas las capas de la sociedad y adaptada al siglo XXI. La corrupción, tan extendida en nuestra sociedad, y sobre todo entre la clase política, es una razón de más para que el sistema representativo vaya pasando a la historia y sea sustituido por una democracia participativa que refleje de forma fidedigna la voluntad de la gente en cualquier momento.

¿Se imaginan que entre tod@s pudiéramos decidir cómo se van a distribuir las diferentes partidas presupuestarias en nuestro ayuntamiento? Ya hay muchas experiencias en el ámbito municipal de presupuestos participativos, sólo hace falta ponerlos en práctica en un mayor número de ayuntamientos. A nivel autonómico y estatal, la participación ciudadana puede mejorarse con la incorporación de referéndums obligatorios y vinculantes para las cuestiones de gran calado que modifican las condiciones de vida de los ciudadanos, así como referéndums obligatorios para toda introducción de medidas dictadas desde la Unión Europea, aplicando los principios del gobierno abierto, que incluyen la transparencia, la rendición de cuentas y el fomento de la participación de colectivos sociales y ciudadan@s en general interesad@s en la toma de decisiones y en el diseño de los proyectos de interés general. 

Las TICs pueden jugar un papel muy importante en la toma de decisiones, con la condición de que se reduzca en gran medida la brecha digital en la población (un estudio reciente revela que el 27 % de los españoles entre 16 y 74 años nunca se ha conectado a Internet). También es necesario favorecer el acceso de las mujeres a la vida pública, ya que está demostrada la menor participación femenina en partidos, asociaciones y otros colectivos sociales, así como en listas electorales. En algunos partidos, como EQUO, se reparten escrupulosamente los distintos cargos (portavoces, miembros de órganos internos, listas electorales...), respetando la paridad por género en un riguroso fifty-fifty. Pero en la vida cotidiana aún es difícil que las mujeres participen en igualdad de condiciones que los hombres en los asuntos públicos.

La tendencia cada vez más marcada de ampliar el ámbito de actuación de la ciudadanía, una vez vencidas las resistencias citadas, debe tener como corolario la cada vez menor importancia de los llamados "políticos", esa clase que suele "deberse a sus electores" y que suele decir que tienen "vocación de servicio", dos frases hechas que, a fuerza de ser repetidas, no van más allá de ser meros clichés vacíos de contenido. Es hora de que la ciudadanía tengamos voz y seamos los verdaderos protagonistas de la acción política, entendida como capacidad de decisión en los asuntos públicos, y que la figura del "político" sea una función realizada por tod@s por un tiempo limitado y de forma no profesional.



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