miércoles, 28 de septiembre de 2016

EQUO, UNA MIRADA RADICAL


El pasado 4 de junio se cumplieron 5 años de la fundación de EQUO, coincidiendo con las acampadas en las plazas de las principales ciudades españolas, en las que se reclamaba una democracia más participativa y un cambio de modelo en nuestro país, reflejando el hartazgo de la sociedad ante los chanchullos de la clase política y dando lugar al movimiento más potente en los últimos 30 años, lo que se conoce como el 15M. En ese acto de aparición de EQUO nos reunimos personas procedentes de más de 30 partidos verdes que andábamos dispersos y atomizados en los diversos territorios, algunos tan pequeños que no superaban el ámbito municipal o comarcal, otros con un área de actuación más amplia, como algunas comunidades autónomas. 

Conviene recordar que esa unión en torno a un solo partido no hubiera sido posible sin las acciones previas que buscaban esa unidad a partir de 2008, con el llamado Movimiento de Hondarribia, donde los partidos verdes del norte de España (Aragón, Asturias, Euskadi, Navarra y Segovia) realizaron una serie de reuniones para alcanzar la tan ansiada confluencia, formándose la Coordinadora Verde, que tuvo como primeros co-portavoces a Florent Marcellesi y Sonia Ortiga, y como primera actividad de cara a la sociedad, la organización y celebración de las primeras Univerdes (Huesca 2009 y Beire 2010). A ese germen inicial se fueron sumando otros partidos verdes de todo el estado. La iniciativa de Juan López de Uralde de crear un partido verde de ámbito estatal, EQUO, fue la guinda que faltaba para que cristalizara la unión, a partir del trabajo ímprobo de los firmantes de la Declaración de Hondarribia. A este primer impulso se han ido sumando personas que, desde el compromiso y con un trabajo a menudo callado, han ido construyendo en estos años el partido en todo el territorio.

En el ADN, tanto de EQUO como antes de los partidos verdes, y creo que ahí radica la diferencia con otras fuerzas autodenominadas “de cambio”, está la visión anti-productivista de la sociedad, es decir, que se huye de la búsqueda del crecimiento económico -traducido en el aumento del PIB y del consumo- como remedio a la crisis, constituyendo la base de la Ecología Política, la más novedosa y rompedora de las ideologías de los últimos 50 años. La asunción de la existencia del pico del petróleo y del agotamiento de los recursos en un planeta finito son otras de las premisas que deben marcar las propuestas políticas de un partido verde, junto con la defensa de la democracia radical y de los derechos humanos.

Aplicando la radicalidad democrática que nos caracteriza, hemos elegido la confluencia con otras fuerzas políticas como herramienta para alcanzar las instituciones, con un cierto éxito. Como se suele argumentar, seguramente no se habría llegado a tener representación en el Congreso o en el Parlamento vasco si hubiéramos elegido otra vía. Sin embargo, nuestra posición subordinada en la coalición hace que suframos un cierto desasosiego y frustración al comprobar que nuestros compañeros de viaje a menudo no comparten la visión que, desde un partido verde, se tiene del mundo. Así, según el responsable económico de Podemos, Nacho Álvarez, España podría crecer, muy por encima del 4%, hasta un 4,5% del PIB en el mejor de los escenarios, de modo que el crecimiento de España superaría al de los años en los que se infló la burbuja inmobiliaria en España durante los Gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. 

Por otro lado, es palpable la ambigüedad en la posición, tanto de Podemos como de IU, con respecto a la minería del carbón, principal causante de las emisiones de CO2 de nuestro país. Ambas formaciones apoyan la protección de la actividad minera, utilizando además carbón nacional, menos eficiente y más contaminante, en un intento de ganar votos entre el sector minero de las cuencas del norte de España. También la apelación a un aumento del consumo interno como modo de crear riqueza es un mensaje que los líderes de Podemos han repetido a menudo.

Estos son sólo tres ejemplos de la situación, al menos incómoda, a la que debe enfrentarse EQUO en su viaje conjunto con Podemos e IU. La postura a veces claramente contraria a los postulados de la Ecología Política de la coalición Unidos Podemos deja a EQUO en una posición de debilidad, pues se ve incapaz de imponer sus criterios, más allá de una nota de protesta, y deja al descubierto la posición subordinada del partido verde frente a sus compañeros de viaje. Para evitar eso, se debe hacer hincapié en una estrategia de comunicación potente donde la sociedad perciba las posturas y propuestas de EQUO, aunque choquen con el posicionamiento oficial de la coalición. Sólo así se pondrán sobre la mesa los temas que nos interesan.

Tal vez se puede argumentar que debemos ceder en algunos aspectos para conseguir alcanzar el poder y, una vez conseguido, aplicar las medidas oportunas. Sin embargo, yo abogo por una vuelta a las raíces de EQUO, es decir, por volver a las premisas iniciales que ilusionaron a tantas personas y que movieron a la creación de ese espacio huérfano en el panorama político español durante muchos años, el espacio verde. Esas premisas que se basan en una economía en beneficio del planeta, de las personas, de terceros países que son presa de la explotación por parte del primer mundo, una economía que cuestione el dogma del crecimiento y del aumento del PIB, que asuma el agotamiento de los recursos naturales y el cambio climático y que proponga acciones para revertirlos. Apuesto por un EQUO más radical, para que sí me represente, al contrario del famoso lema del 15M.

Artículo aparecido hoy en el blog "Verdes y Libertarias":



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