martes, 28 de noviembre de 2017

PALABRAS VANAS, RUIDO DE CAMPANAS

Fuente: CARM
Los grandes problemas que sufre la Región de Murcia, el paro, la pobreza, el estado del Mar Menor, el asunto del agua, el AVE y el soterramiento a su paso por Murcia, la contaminación atmosférica, entre otros, no encuentran con el PP la solución que merecemos, sino todo lo contrario. El partido que gobierna la región y el ayuntamiento de Murcia desde hace más de 20 años sólo ha actuado a golpe de declaraciones grandilocuentes y promesas largas veces incumplidas, si no directamente a base de mentiras que no se creen ni ellos.
“Las declaraciones falsarias y promesas de los gobiernos del PP llegan al paroxismo cuando se trata del medio ambiente”
Basta con repasar las hemerotecas para comprobar cómo los sucesivos presidentes regionales y sus consejeros, así como los alcaldes, han abusado de los anuncios estrella que no han llevado a ninguna parte. Así, en relación al desempleo en nuestra región, mientras el portavoz Víctor Martínez se jactaba en agosto pasado de ser la región donde “más baja el paro y más empleos se generan”, lo cierto es que, tanto en septiembre como en octubre, el desempleo aumentó en más de 3.000 personas, situándose en el 18,11% la tasa de paro en la Región de Murcia, casi dos puntos por encima de la tasa nacional. La pobreza se ha enquistado en un 28% de la población, limitándose el gobierno de López Miras a presentar a bombo y platillo, hace ya un mes, con la presencia del vicesecretario nacional de Política Social y Sectorial del PP, Javier Maroto, la llamada “ruta social”, sin medidas concretas sobre la mesa.
La serie de declaraciones falsarias y promesas lanzadas al aire por parte de los gobiernos del PP llega al paroxismo cuando se trata del medio ambiente. El Mar Menor sigue esperando la aplicación de medidas de urgencia anunciadas ya en 2016, a través de la anterior consejera de Medio Ambiente, Adela Martínez-Cachá, como la colocación de “filtros verdes”, así como la aprobación del Plan de Gestión Integral del Mar Menor, que debería haberse aprobado en 2012. En cuanto al problema de escasez hídrica, mientras López Miras asegura a los regantes que vendrá “el agua que nos merecemos”, nada se hace para cambiar el modelo agrícola imperante, ni para reducir las miles de hectáreas de regadío ilegal, al tiempo que se ha aprobado por parte del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente la construcción de una red de sondeos en el entorno del Mar Menor y del acuífero del campo de Cartagena, para la extracción de agua, situación que podría agravar el estado ya agónico de la laguna. A todo esto, se ha sabido que en Murcia se paga hasta 6,6 veces más cara el agua que en otras regiones.
“El objetivo del PP murciano es que el AVE llegue a Murcia de cualquier manera, aunque sea en superficie, en 2018, para presentarlo como un logro propio en las elecciones del año siguiente”
¿Y qué decir del soterramiento de las vías del AVE que no se sepa ya? Tanto el alcalde Ballesta como el presidente regional acumulan una gran cantidad de declaraciones sobre este tema, la inmensa mayoría de las cuales han sido dichas para salir del paso, siendo conscientes, creo yo, de que no se van a cumplir, habiendo colmado la paciencia de los vecinos y vecinas de las barriadas del sur de Murcia. De decir en mayo que estaría “siempre al lado de los vecinos y en la defensa de sus intereses”, Ballesta ha pasado a afirmar a comienzos de esta mes que “buscaría a otros interlocutores”, acusando además a la Plataforma Pro-Soterramiento de los actos vandálicos que se llevaron a cabo en fechas recientes. El objetivo del PP murciano es, claramente, que el AVE llegue a Murcia de cualquier manera, aunque sea en superficie, en 2018, para poder presentarlo como un logro propio de cara a las elecciones del año siguiente, aunque eso suponga ponerse en contra a cientos de miles de vecinos.
Por último, los picos de contaminación atmosférica que ha sufrido la ciudad de Murcia, agravados por la sequía y el cambio climático, son también el resultado de años de inacción por parte del consistorio. Se ha sabido que Murcia registra más del doble del valor límite diario de contaminación por ozono, con las consecuencias nefastas para el sistema respiratorio. Sin una política decidida en materia de movilidad sostenible, sin una apuesta clara por el fomento de la bicicleta, más allá del sistema de alquiler público, sin carriles bici suficientes que atraviesen el casco urbano y conecten con las pedanías, sin la mejora del transporte público urbano, y sólo con tímidas iniciativas en favor del vehículo eléctrico, como la promesa de la colocación de unos pocos puntos de recarga y la implantación del sistema Muving de alquiler de motos eléctricas, aún estamos lejos de conseguir revertir la situación.
Por el uso y el abuso, por parte de nuestros gobernantes, de anuncios, al final, se quedan en nada, se les podría decir aquello de “palabras vanas, ruido de campanas”.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

jueves, 23 de noviembre de 2017

UNA CUMBRE ESPERANZADORA

Desgraciadamente, tenemos que seguir hablando de cambio climático. El pasado lunes dio comienzo la COP23, la Cumbre del Clima, que este año se celebra en la ciudad alemana de Bonn hasta el próximo 17 de noviembre, dos años después de la Cumbre de París, en la que la mayoría de países del mundo (salvo EEUU, que se desvinculó del acuerdo en junio pasado, y Siria, por razones obvias) se comprometieron a acometer acciones para luchar contra el cambio climático y evitar que la temperatura media de la Tierra supere en 1,5ºC los niveles de la era pre-industrial.
En esta ocasión, los participantes en la Cumbre de Bonn tienen como objetivo tratar aspectos técnicos, buscando la manera de implementar las medidas aprobadas en Paris en 2015, tarea nada fácil viendo cómo los valores de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y la temperatura media del planeta no hacen más que aumentar. Así, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo dependiente de la ONU, señala que entre enero y septiembre de 2017 la temperatura media global fue 1,1ºC superior a la media de los niveles pre-industriales, mientras que la concentración atmosférica de CO2 alcanzó las 403,3 partes por millón (ppm), superando de nuevo la barrera de los 400, que se rebasó por primera vez en 2015, el año del Acuerdo de París. El año que está a punto de acabar seguramente será el segundo más cálido de la historia, sólo por detrás de 2016. Como podemos comprobar, avanzamos de forma inexorable hacia un punto de no retorno climático.
“Nuestro gobierno sigue aprobando ayudas por más de 1.000 millones de euros anuales a actividades basadas en la quema de combustibles fósiles y la producción de electricidad en las centrales térmicas de carbón ha crecido un 39%”
España está lejos de cumplir los acuerdos firmados (empieza a ser habitual que las distintas administraciones españolas firmen acuerdos que son papel mojado, y si no que se lo pregunten al alcalde de Murcia en relación al soterramiento de las vías). A pesar de que para 2020, y como miembro de la UE, España debe abandonar las ayudas dañinas para el medio ambiente, lo cierto es que nuestro gobierno sigue aprobando ayudas por valor de más de 1.000 millones de euros anuales a actividades que están basadas en la quema de combustibles fósiles (transporte, agricultura o generación de electricidad), mientras que, en lo que va de año, la producción de electricidad en las centrales térmicas que emplean carbón ha crecido un 39%.
El gobierno español sólo actúa espoleado por las veleidades independentistas de parte de los catalanes, pero no mueve un solo dedo para afrontar el mayor desafío al que nos enfrentamos, que ríete tú del “desafío soberanista”, es decir, evitar que alcancemos el fatídico aumento de la temperatura de la Tierra, con las consecuencias funestas que ello conlleva, y la actual sequía no es sino la punta del iceberg. Amén de los costes económicos que supone la restauración de la situación tras catástrofes como inundaciones, incendios o la destrucción de cosechas por falta de agua, el cambio climático afecta a la productividad laboral, sobre todo en las zonas rurales, además de causar problemas sanitarios (desnutrición, enfermedades infecciosas) en los países más pobres. Ahora, en nuestro país, empezamos a sufrir las primeras restricciones al acceso al agua potable, con un límite de 200 litros por persona y día en algunas zonas como en la mancomunidad de servicios Cabeza del Torcón, en la Comunidad de Madrid.
Por otro lado, se ha comprobado que el sector de población más afectado por el cambio climático es el de las mujeres, ya que el 76% de los llamados refugiados climáticos, es decir, aquellos que deben abandonar sus lugares de residencia por causa de sequías, por la subida del mar, las olas de calor y la alteración de las estaciones, son mujeres, según se desprende de la Conferencia “Justicia climática: la perspectiva de género en la transición energética”, organizada por el Grupo Verde del Parlamento Europeo el pasado 19 de octubre. La categoría de “refugiado climático” alcanza ya a 65 millones de personas en todo el mundo, según la ONU.
La reunión que comenzó el lunes en Bonn y que reúne a 25.000 personas de todo el mundo para tratar, una vez más, el reto del cambio climático, puede suponer una de dos posibilidades: un puñado de buenas palabras sin consecuencias efectivas, o la confirmación de que los países desarrollados, responsables del 85% de la emisión de GEI, empiezan a tomarse en serio este problema. Esperemos que esta segunda opción sea la correcta.
Artículo publicado el pasado 7 de noviembre en La Crónica del Pajarito: