lunes, 31 de diciembre de 2018

LA ESPAÑA DEL NO-DO

El acuerdo del PP y C’s, con el beneplácito de Vox en Andalucía, y las declaraciones ultrareaccionarias de Pablo Casado y Albert Rivera, compitiendo pon el espacio electoral de Santiago Abascal y sus huestes nos retrotraen a esa época infausta donde los derechos brillaban por su ausencia, las mujeres eran un cero a la izquierda y protestar era sinónimo de pisar la cárcel. Nos transportan directamente a la España del NO-DO y en blanco y negro.
La derecha extrema española (la única que hay, en mi opinión, ante la ausencia de una derecha moderada y moderna en nuestro país), representada por esos tres partidos, se ha confabulado para sacar a la luz los peores instintos de ese sector de la sociedad maltratada por la crisis, sustituyendo la propuesta de soluciones que mejoren la vida de la gente por soflamas que apelan a símbolos vacíos de contenido para muchos, como “patria”, “bandera”, “unidad”, “enemigos de España”, como si, con esos conceptos, las familias vulnerables pudieran llegar a final de mes, evitar ser desahuciadas o impedir que se les corte la luz.
Los que tienen nostalgia de la España del NO-DO no quieren que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) español, de los más bajos de Europa, supere los 750 €, ni que las pensiones se actualicen con el IPC. Tampoco aceptan que se tomen medidas para evitar la nueva burbuja inmobiliaria, sobre todo en los precios de los alquileres, haciendo imposible la emancipación de los jóvenes y facilitando las ejecuciones hipotecarias. La España en blanco y negro no hará nada para aumentar el parque de viviendas sociales, de los más bajos de Europa, sino que, al contrario, y como ya se ha comprobado en el ayuntamiento de Madrid en la época de Ana Botella, prefieren venderlas a los fondos buitre haciendo que las arcas públicas pierdan ingresos. 
La España del NO-DO quiere que los ingresos del Estado sean cada vez menores, vendiéndonos una bajada de impuestos que, en realidad, sólo favorece a las clases pudientes y a las grandes empresas, dejando las arcas públicas temblando y poniendo en peligro el pago de las pensiones públicas y los salarios de los empleados públicos. Prefieren que la gente se abra planes de pensiones privados, favoreciendo una vez más a los bancos y dejando que éstos especulen con esos fondos, a menudo invirtiendo en negocios turbios como la venta de armas. 
Pese al envejecimiento de la población, la España del NO-DO quiere impedir la entrada de inmigrantes que puedan equilibrar las cuentas de la Seguridad Social, llevando a nuestro país al colapso por falta de mano de obra. España será en breve el país más envejecido del mundo y, según la OCDE, se estima que el sistema necesitará más de cinco millones de extranjeros hasta 2050. Seguir difundiendo falsedades sobre la inmigración es el modo que tienen PP, C’s y Vox de ganar adeptos, aunque ello suponga una grave desventaja en el futuro.
Tampoco quieren que se deje de favorecer a las empresas energéticas. Frente a la supresión del conocido como impuesto al sol y la vía libre al autoconsumo, la España en blanco y negro es partidaria de que los precios de la energía suban cada vez más (es la factura de la luz más cara de Europa), aumentando el número de familias que atraviesan una situación de pobreza energética (un problema que afecta a 4,6 millones de personas en nuestro país) mientras que las grandes empresas aumentan sus beneficios. 
La derecha ultramontana no moverá un dedo para disminuir nuestras emisiones de CO2, siendo el país de la UE que, junto con Portugal, más ha aumentado las emisiones con respecto a 1990, el año de referencia del Protocolo de Kyoto, un 12,9%, muy lejos del objetivo de reducir las emisiones en un 35% para 2030. No implementará medidas para reducir la contaminación atmosférica de nuestras ciudades, siendo ésta la causante casi 100.000 muertes prematuras por afecciones pulmonares en los últimos 10 años en nuestro país.
El año 2019 que se nos avecina podría ser la vuelta a la España en blanco y negro y la del NO-DO, o podría ser la oportunidad de aplicar políticas que favorezcan a la mayoría. En nuestras manos está.
Artículo publicado hoy en eldiario.es:

domingo, 2 de diciembre de 2018

LA BOMBA DE RELOJERÍA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Al movimiento ecologista se le suele aplicar el sambenito de agorero, alarmista, y que sólo pretende asustar a la población con sus predicciones negativas de desgracias sin fin. Pero los continuos estudios que van saliendo a la luz no invitan al optimismo.
El último de esos estudios acaba de ser publicado el pasado lunes 19 de noviembre por la revista Nature Climate Change. Según él, la mitad de la población mundial (es decir, más de 4.000 millones de personas) se verá amenazada por catástrofes masivas y simultáneas de aquí al año 2100, principalmente a través de incendios, hambrunas y sequías.
A esta conclusión se ha llegado tras el análisis de 3.300 estudios publicados sobre cambio climático desde 1980. Una de las consecuencias de estos análisis es que, según estos estudios, realizados por un grupo de más de 20 expertos, la economía, la salud, el agua y la alimentación se verán afectadas de 467 maneras diferentes. Las zonas más afectadas serán África, Asia, Sudamérica, Centroamérica y las zonas costeras en general.
¿De qué modo afecta a la humanidad este fenómeno? Incendios, inundaciones, sequías y olas de calor causan la muerte directa de cientos de miles de personas. De modo indirecto, el aumento de las epidemias de enfermedades tropicales (paludismo, malaria, dengue, cólera…) debido al aumento de la temperatura media del planeta y a las grandes precipitaciones también producen una mayor mortalidad. A este respecto son significativos los casos de dengue que se han verificado en la Región de Murcia, en los que las personas afectadas han enfermado del virus sin haber viajado a zonas de transmisión, así como la presencia de mosquitos tigre en 31 de los 45 municipios de la región, insectos propios de otras latitudes y transmisores de enfermedades tropicales. Los riesgos climáticos afectan también a la salud mental. Depresiones y casos de estrés post-traumático son moneda corriente en las personas afectadas por estas catástrofes naturales.
Las actividades económicas también se ven perjudicadas por los avatares climáticos, la agricultura y la ganadería de forma directa, la pesca de forma indirecta por la acidificación de los océanos. Estas pérdidas en la producción conllevan un aumento de los precios de los alimentos, con el consiguiente perjuicio para las familias, acrecentando las hambrunas y el fenómeno asociado, las migraciones, que constituye actualmente una de las mayores preocupaciones a nivel global. Las migraciones por razones climáticas son, de lejos, las más numerosas, con un promedio de 25,4 millones de personas desplazadas por desastres naturales cada año, una cifra que representa más del doble del número de personas desplazadas debido a conflictos y violencia.
Será necesario realizar una adaptación sin precedentes para atenuar los efectos del cambio climático, aunque no sea posible evitarlos, como estamos comprobando. Las continuas inundaciones que sufrimos en nuestro país en lo que va de otoño o el salvaje incendio de California son dos pruebas más de la virulencia de este fenómeno. Se da la paradoja de que los países llamados del “primer mundo”, en el que España está incluida, serán los que mejor se adapten a los cambios necesarios, pero serán los países en desarrollo los que, además de no ser los principales causantes del cambio climático, sufrirán sus efectos devastadores.
Tal vez cuando los gobiernos se den cuenta de que el cambio climático afecta a corto plazo a la economía, se pondrán manos a la obra para aplicar medidas. La falta de agua afecta a la agricultura, las inundaciones arrasan con todas las construcciones instaladas en zonas inundables, con cuantiosas pérdidas humanas y económicas, al igual que con los incendios; la casi segura subida del nivel del mar afectará al turismo de sol y playa, la escasez de nieve tendrá efectos directos en el turismo invernal de las estaciones de esquí, etc. A esto hay que sumar las consecuencias a medio plazo enumeradas más arriba.
¿Cuál es el único modo de revertir la situación? Solo cumpliendo lo acordado en la COP21 en Paris, es decir, mantener el aumento de temperatura del planeta por debajo de los 2 grados, y, si es posible, en 1,5, habrá alguna esperanza de que no nos encaminemos hacia una vía sin retorno. Si no, la bomba de relojería que es el cambio climático amenaza con explotar en cualquier momento.
Artículo aparecido hoy en el diario.es:

jueves, 1 de noviembre de 2018

ANALFABETISMO HÍDRICO

Se acaba de aprobar en el Congreso, con el respaldo del PSOE, Unidos Podemos, PNV, ERC y Grupo Mixto -con Compromís y PDeCAT-, el informe de la Subcomisión de propuestas en política de aguas en el marco del cambio climático, órgano perteneciente a la Comisión de Agua y Cambio Climático, en el que se incluye la petición de que se "redimensionen" los trasvases, ante la perspectiva de un descenso en los caudales debido a este fenómeno que avanza de modo implacable, con gran indignación por parte del Partido Popular. Por su parte, el expresidente Garre, en precampaña electoral con su nuevo partido, ha calificado este dictamen de "ataque a la Comunidad de la Región de Murcia", en la línea de sus antiguos compañeros de filas. Sin embargo, estas actitudes denotan un total desconocimiento de la realidad climática actual y futura.
En julio del pasado año se publicó un estudio realizado a instancias del Ministerio de Transición Ecológica, 'Evaluación del impacto del cambio climático en los recursos hídricos y sequías en España', en el que se prevé un descenso en la disponibilidad del agua en los próximos decenios, disminuyendo hasta casi un 30% la escorrentía para el final de este siglo. Para abundar más aún en ese impacto, el sur y el sureste peninsular, según ese estudio, serán las regiones más afectadas por el cambio climático, con un mayor estrés hídrico, traducido en un descenso de hasta el 50% en las aportaciones hídricas de la cuenca del Segura, según las previsiones más pesimistas, y del 14%, las más optimistas, de aquí al año 2100.



Tanto el presidente López Miras como su portavoz Noelia Arroyo parecen ignorar las conclusiones de ese y otros estudios; sus declaraciones públicas son más propias de los negacionistas del cambio climático que de representantes públicos con responsabilidades políticas. El presidente y su consejera no tardaron en descalificar a los que, basados en evidencias científicas, ponen en duda la política de trasvases, opción que se ha verificado obsoleta y sólo aplicable a corto plazo, llegándoles a calificar de "analfabetos hídricos".
Cabría preguntarse quién hace gala de un mayor analfabetismo, si aquellos que siguen las recomendaciones y las previsiones de los expertos en la materia, o los que, poseídos por una especie de manía persecutoria, piensan que la cuestión se reduce a que unos cuantos, según ellos, anti-murcianos y radicales sólo buscan perjudicar a la Región de Murcia. No sólo eso, sino que la consejera Arroyo, en una vuelta de tuerca, afirma que el trasvase Tajo-Segura "es la infraestructura más eficaz que hay en España para luchar contra el cambio climático”, en una huida hacia adelante, comparable a pretender apagar un fuego con gasolina.
A la actitud cargada de sentido común de adelantarse a la situación de sequía y estrés hídrico, y proponer soluciones ambientalmente sostenibles, se antepone la visión cortoplacista del gobierno regional del PP murciano, quienes, con la venda en los ojos, continúan negando la evidencia, y actuando de la misma manera que ya hicieran desde los tiempos del 'Agua para todos'. Es necesario aplicar soluciones alternativas a los trasvases, que pasan por sustituir la gestión de la oferta del agua, como es exigir cada vez más caudal para continuar con el modelo económico insostenible vigente, en favor de la gestión de la demanda, tanto agraria como urbana e industrial, con un cambio en el modelo productivo hacia uno más sostenible y que no sólo busque el beneficio económico inmediato, sino el mantenimiento óptimo de los ecosistemas, apoyado por el uso de aguas desaladas obtenidas con energías limpias.






domingo, 14 de octubre de 2018

CATÁSTROFES CLIMÁTICAS

Riada en Mallorca EFE
La tragedia de las inundaciones en Mallorca pone encima de la mesa, una vez más, la fuerza de los fenómenos climáticos, cada vez más frecuentes. También en Francia han sufrido las consecuencias de las tormentas localizadas y con gran descarga de agua en poco tiempo. Como en la isla balear, en el departamento del Var, en la costa mediterránea,  han caído trombas de agua en 24 horas que han dado como resultado dos muertos y pérdidas millonarias. Asimismo, en EE.UU., con el paso del huracán Michael, han tenido que lamentar la muerte de 6 personas en las costas de Florida, Georgia y Carolina del Norte. 

Aunque los huracanes y el fenómeno de la “gota fría” son acontecimientos climáticos que existen desde siempre, lo cierto es que el cambio climático ha acelerado e intensificado su presencia. Un informe del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante sobre la evolución del clima en la provincia en los últimos años ya puso de manifiesto el pasado mes de septiembre que el aumento de la temperatura media, con noches “tropicales” por encima de los 20ºC, el cambio estacional del régimen de lluvias y el calentamiento del mar en 0,8 grados desde 1980 son signos claros de la existencia del cambio climático, y advertía del riesgo de situaciones de inestabilidad (“gota fría”) cada vez más frecuentes, como tristemente acaba de ocurrir. Por otro lado, ya es conocida la relación directa entre el aumento de la temperatura del mar y la fuerza de los huracanes, como se está comprobando año tras año en EE.UU. 

Sin embargo, ninguna noticia periodística ha apuntado como una de las causas de estas catástrofes el cambio climático, limitándose a referirse a causas secundarias (aunque no menos importantes), como la construcción en zonas inundables o la canalización de las ramblas, que han agravado las consecuencias de las inundaciones, pero que no son el origen de las mismas.

Las pérdidas, tanto en vidas humanas como económicas, de las inundaciones y otros fenómenos naturales agravadas por el cambio climático son ya de una gran magnitud. La Agencia Europea de Medio Ambiente estimó en 2017 en 12.000 millones de euros anuales  en toda Europa el coste de estos sucesos (inundaciones, incendios, tormentas, sequías y olas de calor). Según el informe, las inundaciones seguirán aumentando y, hacia el final del siglo XXI, se estima un "mayor aumento de las inundaciones en las Islas Británicas, el noroeste y sureste de Francia, el norte de Italia y algunas regiones en el sureste de España, los Balcanes y los Cárpatos”. Es significativo que, en España, el 70% de las cuantías pagadas por las compañías de seguros debido a siniestralidades extremas entre 1987 y 2015 ha ido a parar a los desastres causados por inundaciones, alcanzándose los 4.500 millones de euros, seguidos de los costes debidos a las tormentas ciclónicas, como las acaecidas en Mallorca, con unos 1.000 millones de euros en el periodo referido anteriormente.

El pasado día 10 de octubre, la ONU, a través de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR en sus siglas en inglés) hizo público un nuevo informe relativo al cambio climático en el que se afirma que el coste financiero de las catástrofes ligadas al calentamiento global se ha multiplicado por 2,5 en los últimos 20 años, alcanzando 2,5 billones de euros entre 1998 y 2017. De esa cantidad, el 77% son debidos a tormentas, inundaciones, sequías y demás fenómenos naturales que se han multiplicado con el ascenso de las temperaturas. 

En ese periodo, las mayores pérdidas las han sufrido EE.UU., con 820.000 millones de euros, seguidos de China (427.000 millones) y Japón (326.000 millones). Pero no solamente se pueden cifrar en pérdidas económicas las consecuencias de estas catástrofes. Las pérdidas humanas son mucho más dolorosas. En estos 20 años, 1,3 millones de personas perdieron la vida, mientras más de 4 mil millones de personas sufrieron heridas o se vieron obligadas a desplazarse. 

Mientras no se reconozca por parte de los gobiernos la influencia del cambio climático en los fenómenos naturales devastadores, seremos testigos de un modo más frecuente de la repetición de estos sucesos climatológicos, causantes de pérdidas de vidas humanas y costes económicos. 



Artículo aparecido en el diario.es:


martes, 25 de septiembre de 2018

EL CRECIMIENTO EN ENTREDICHO

Trump estudia imponer otros 100.000 millones de dólares
en aranceles a China 
EFE
Hay algunos dogmas supuestamente intocables del capitalismo que empiezan a tambalearse o que, al menos, están siendo cuestionados por un número creciente de expertos. Uno de esos dogmas fue planteado por uno de los creadores del invento capitalista, Adam Smith, quien en pleno siglo XVIII aludía a una “mano invisible”, una metáfora por la que afirmaba que la búsqueda del interés individual es beneficioso para el conjunto de la sociedad, merced a las leyes del mercado, que actuarían como una mano invisible que regularía espontáneamente ese mercado, haciendo que permaneciera lo mejor y permitiendo que lo malo desapareciera de modo “natural”. Esta fue la base de la tendencia neoliberal de la economía, desarrollada en los años 40 del pasado siglo por la llamada escuela de Chicago, con Milton Friedman a la cabeza, que propugnaba que la economía debe estar dominada por el mercado, aplicando un “laissez faire” sin ninguna intervención del Estado.

Sin embargo, esta teoría se ha visto desmentida en multitud de ocasiones. Precisamente los estados que más han puesto en práctica las teorías neoliberales son los que impulsan un mayor proteccionismo desde los gobiernos, como estamos comprobando con la aplicación de aranceles por parte de Donald Trump a las importaciones de acero y aluminio, o a las aceitunas negras procedentes del campo andaluz. También es notorio que el supuesto bienestar que el beneficio de unos pocos redundaría en la mayoría se ha revelado una falacia: en la sociedad capitalista en la que vivimos las desigualdades van en aumento, los ricos son cada vez más ricos y aumenta el porcentaje de personas que rozan o superan el umbral de la pobreza.

Pero en la UE ya se está cuestionando esta afirmación que tantas veces nos han repetido que el crecimiento económico es la solución a todos los problemas. Los pasados días 18 y 19 de septiembre tuvo lugar en Bruselas la Conferencia Post-Crecimiento, organizada por el grupo de Los Verdes y el colectivo internacional del Decrecimiento, en la que se debatió sobre cómo se desarrollaría la sociedad a partir del momento en que abandonáramos este dogma, en aspectos como la economía, el medio ambiente o las políticas monetarias. Ese momento llegará, nos guste o no, y debemos estar preparados para ello.
Así, se espera que la economía poscrecimiento será la que realice un mejor reparto de la riqueza, la que promueva actividades con un débil impacto ambiental y social y en la que no solamente se produzca menos, sino mejor. Además, en ese escenario se prevé una mayor eficiencia energética en la producción y una reducción en la emisión de residuos, ya sean sólidos, con una menor producción de basura, o gaseosos, en forma de una menor cantidad de gases de efecto invernadero soltados a la atmósfera, lo que se conseguiría con el abandono de los combustibles fósiles. Por último, se espera sustituir el actual modelo financiero basado en la deuda, tanto privada como pública, tan proclive a las crisis, por un mayor papel de las economías locales, así como una mayor y más transparente regulación financiera.
La sociedad poscrecimiento no será incompatible con el buen vivir, sino que deberá incluir aspectos que ya han sido propuestos como el reparto del trabajo, la renta básica, la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres o la reducción de nuestro consumo de bienes. Sólo así llegaremos a lo que todos aspiramos, una sociedad justa que conserve el planeta para las generaciones futuras. Debemos empezar a dar los pasos necesarios para cumplir ese objetivo, el tiempo se agota.
Artículo aparecido hoy en el diario.es/Murcia:

martes, 4 de septiembre de 2018

EL REVERSO DE LAS EXPLOTACIONES AGRÍCOLAS

La agricultura de la Región de Murcia se ha lanzado a la vorágine de la exportación. Si hasta ahora era la UE, EEUU y los países árabes los receptores de los productos agrícolas murcianos, el nuevo objetivo es el mercado asiático. Lechugas, endibias, escarolas, cítricos, coles, coliflores, melones, uva… viajarán miles de kilómetros para surtir los mercados de China, Japón, Corea del Sur y otros países del lejano Oriente. Aunque esto supone una inyección de dinero a las empresas agrícolas de la región, esta política comercial pone en evidencia una tendencia que se produce en todo el planeta y que es fruto de la globalización capitalista: el auge de los llamados “alimentos kilométricos”, que conllevan costes ecológicos y sociales considerables.
“La industrialización de la agricultura, gran demandante de agua y necesitada de un uso masivo de fertilizantes y pesticidas de origen artificial… tiene como efecto directo la contaminación de los acuíferos y, en la Región, el deterioro del Mar Menor”
Se calcula que cerca del 70% de los alimentos consumidos en un país determinado provienen de un país extranjero, y que esos alimentos viajan, de promedio, casi 4.000 kilómetros desde el lugar de producción hasta el supermercado donde se consumen. Varias son las consecuencias de este trasiego de productos alimenticios de un lugar a otro. Desde el punto de vista ecológico, la emisión de gases de efecto invernadero debido al transporte de esos productos, agravando el cambio climático, es la principal consecuencia. La industrialización de la agricultura, gran demandante de agua y necesitada de un uso masivo de fertilizantes y pesticidas de origen artificial, usados para hacer frente a la demanda de productos agrícolas, tiene como efecto directo, como es sabido, la contaminación de los acuíferos y, en la Región de Murcia, el deterioro del Mar Menor, afectando al ecosistema más singular de nuestra región, además de afectar a nuestra salud. La homogeneización de los productos agropecuarios es otro efecto de la globalización alimentaria. Las dietas en diferentes partes del mundo se van pareciendo cada vez más, y los consumidores de los países importadores adquieren hábitos alimentarios alejados de sus tradiciones, empobreciendo su acervo cultural y atentando a su soberanía alimentaria, haciendo que aumente la dependencia a los alimentos importados.
Desde el punto de vista social, el movimiento de productos alimenticios de un lugar a otro supone, por un lado, la precarización del trabajo en los países exportadores, ya que, en nombre de la competitividad, los contratos eventuales con salarios bajos, principalmente a trabajadores inmigrantes, son la norma para conseguir que las empresas productoras consigan beneficios a corto plazo. En los países receptores de los productos alimenticios se verifica un aumento del precio de los alimentos básicos, debiendo las familias destinar un mayor porcentaje de su salario a la adquisición de esos alimentos, muchos de ellos de importación.
Para contrarrestar esta problemática, las organizaciones no gubernamentales nos aconsejan consumir los llamados alimentos “kilómetro cero” o de proximidad, es decir, los productos cultivados localmente, a menos de 100 kilómetros de distancia con respecto al consumidor y de temporada, es decir, lo que se ha hecho toda la vida. Este tipo de productos involucran a pequeños agricultores locales, lo que fomenta la economía de cercanía. Las ventajas son obvias: la ausencia de transporte de larga distancia y la no utilización de envoltorios de plástico disminuye la emisión de CO2; se reduce el desperdicio de alimentos debido a las deficiencias en el transporte y almacenamiento y los descartes innecesarios; seremos conscientes de los ciclos de las frutas y verduras si consumimos preferentemente productos de temporada. Como consumidores se puede hacer de un modo muy sencillo. Basta con leer las etiquetas y comprobar los lugares de origen de los productos.
Si desde las instituciones se potenciara la agricultura de cercanía, fomentando los mercados de productores locales, la agroecología, los productos de cercanía, de alta calidad, tal vez nos replantearíamos nuestros hábitos de consumo. Pero parece que la Consejería apuesta más por la industria alimenticia, cuyas consecuencias se han analizado más arriba, actividad que contribuye al cambio climático y al atentado de la soberanía alimentaria en los países receptores, siguiendo la lógica capitalista del modo de producción.
Artículo aparecido en La Crónica del Pajarito:

martes, 31 de julio de 2018

DEGRADACIÓN A TODA COSTA

Acaba de publicarse el informe “A toda costa”, redactado por Greenpeace, en el que se analiza la evolución y estado de conservación de los bienes y servicios que proporcionan las costas españolas. En él se pueden leer algunos datos muy preocupantes. Lo más grave es que el 80% de los recursos ambientales que provee la costa están degradados debido a la urbanización masiva. El 36,5% de la línea de playa de España está urbanizada y más de un tercio de los ecosistemas colindantes con las playas han sido destruidos por la acción humana. Además, disminuye la superficie de ecosistemas que nos brindan servicios ambientales, es decir, aquellos recursos o procesos de los ecosistemas naturales (bienes y servicios) que benefician a los seres humanos, como alimentación, control de la erosión, diversidad genética, conservación de especies, amortiguación de inundaciones o el simple disfrute por parte del ser humano.
“Cuando los científicos ponen de relieve que no se hace caso de sus recomendaciones, como en lo referente al Mar Menor, la respuesta del Gobierno regional ha sido a base de descalificaciones y mentiras”
De todas las comunidades autónomas, Cataluña es el territorio que mayor porcentaje de costa tiene degradada, debido principalmente a las construcciones humanas, con un alarmante 26,4%. Le sigue la Comunidad Valenciana, con un 23,1% de superficie improductiva de servicios ambientales, y casi tres cuartas partes de su línea de playa urbanizada (74,3%), siendo en este caso la primera comunidad autónoma de litoral más urbanizado. Andalucía, con 910 km. de costa, va en tercer lugar en cuanto a degradación del litoral, con el 40% construido y el 15,3% de costa degradada. Le siguen Euskadi (12,8%) y la Región de Murcia.
Detengámonos en nuestra comunidad. De los 274 kilómetros de costa, el 12,5% presenta un cierto grado de degradación. Además de destacar que nuestra región es la peor en cuanto a la superficie de espacios naturales protegidos sin planes de ordenación (el 43% de la superficie protegida carece de herramientas de planificación), el informe pone de relieve, como era de esperar, el deterioro del Mar Menor, acentuado, como es sabido, por la deficiente depuración de las aguas residuales y los efectos de los vertidos de residuos agrícolas a la laguna. De los diferentes servicios ecosistémicos prestados por los espacios costeros de la Región de Murcia, el estudio valora negativamente casi todos ellos, pero sobre todo tres. En el periodo 2005-2014, han aumentado en más de un 20% las áreas desprovistas de vegetación, lo que acentúa el riesgo de erosión. Además, los hábitats sensibles para especies amenazadas perdieron más de 3.000 hectáreas en esos nueve años, lo que supone una reducción de un 3,5% de su superficie. Por último, entre 1987 y 2014, un 5,1% de los paisajes han perdido su carácter natural, debido a un aumento de un 59% de superficies artificiales.
Las principales causas de la degradación de las costas españolas que la organización ecologista apunta son la urbanización, el turismo de masas, los grandes incendios forestales, la agricultura industrial y la deforestación. Como soluciones deseables, se habla de reducir el consumo excesivo de los recursos finitos de los ecosistemas, aplicar las herramientas de gestión de los espacios naturales protegidos, así como poner en marcha alternativas de desarrollo económico basadas en la conservación para que éste sea económicamente más rentable que la degradación de ecosistemas y sus servicios, como es el caso del sector agrícola local y ecológico, con una menor huella de carbono, evitando los cultivos industriales (monocultivos, invernaderos y regadíos) en pro de técnicas de cultivo más sostenibles. Evitar tanto la deforestación como el aumento de la interfaz urbano-forestal, a través una correcta planificación urbanística que limite la proliferación de urbanizaciones son otras de las medidas que se proponen. Por último, para la conservación y la puesta en valor de los servicios culturaleses imprescindible la ordenación de todos los espacios naturales protegidos con obligación legal de contar con instrumento de gestión (PORN o PRUG).
Como se puede comprobar, muchas son las medidas que se pueden y se deben aplicar para que nuestras costas no continúen por la senda de la destrucción. Desgraciadamente, los diferentes gobiernos y, especialmente, el Gobierno de la Región de Murcia, no tienen prisa en revertir esta degradación. Al contrario, cuando los científicos ponen de relieve que no se hace caso de sus recomendaciones, como en lo referente al Mar Menor, la respuesta del Gobierno regional ha sido a base de descalificaciones y mentiras, en vez de seguir los consejos de los verdaderos expertos en la materia. Desgraciadamente, esa es la actitud a la que nos tienen acostumbrados, actitud y actuaciones que han llevado a nuestras costas a esta situación, difícilmente reversibles. Aún se está a tiempo de dar un giro a la situación, pero hace falta una voluntad política que el Gobierno regional no parece dispuesto a demostrar.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

martes, 10 de julio de 2018

LA DESERTIFICACIÓN, UN RETO GLOBAL

Acaba de salir a la luz el último 'Atlas Mundial de la Desertificación', un informe realizado por la Comisión Europea, con el patrocinio de la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (CNULD), en el que se pone de manifiesto que la degradación de las tierras y la pérdida de suelo fértil ha aumentado desde la publicación del último estudio, hace ya 20 años. La primera edición de este estudio se realizó en 1992, en vísperas de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, y en 1998 apareció el siguiente informe. Según la ONU, la desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas.
“En la Región de Murcia, la desertificación afecta a más del 50% del territorio, puesta de manifiesto por la erosión del suelo, acelerada por los incendios y la agricultura intensiva”
Los datos que se extraen de este último atlas no invitan al optimismo. Según éste, más del 75% de la superficie terrestre está ya degradada, pudiendo llegarse al 90% de aquí al 2050, lo que acarrearía un descenso del 10% en la productividad de los suelos, la pérdida de la mitad de las cosechas y, consecuentemente, el desplazamiento de 700 millones de personas, sobre todo en la India, China y Africa subsahariana. El cambio climático es el factor más importante que agrava la situación, acelerado por la deforestación salvaje en muchas áreas del planeta y la expansión de las actividades agrícolas.
El atlas presenta una visión de conjunto de las causas de esa desertificación, así como datos concretos que pueden servir para identificar los procesos biofísicos y socio-económicos que llevan a los usos insostenibles de los suelos. Así, el aumento de la población mundial (10.000 millones de habitantes en 2050), las migraciones a las áreas urbanas, el aumento de la superficie cultivada, la pérdida de bosques, que conllevan la disminución de la biodiversidad, debido sobre todo a los monocultivos como la palma o la soja, situaciones que están agravadas por la deslocalización y la globalización, así como la creciente demanda de agua para atender la producción agrícola e industrial, son algunos de los factores que aceleran los procesos de desertificación a nivel mundial, según este informe.
En la UE, la desertificación afecta al 8% del territorio europeo, sobre todo en el sur, este y centro del continente, alcanzando a 14 millones de hectáreas. Nuestro país es uno de los más afectados, y el sureste español, especialmente. Un equipo de investigación de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), instituto del CSIC, en Almería, liderado por el investigador Gabriel del Barrio, ha contribuido con dos estudios de caso en la Península Ibérica y en el Magreb, desarrollando una metodología específica para valorar y monitorizar el estado de madurez de los ecosistemas terrestres. En el caso de la Región de Murcia, la desertificación afecta a más del 50% del territorio, puesta de manifiesto por la erosión del suelo, acelerada por los incendios y la agricultura intensiva.
Si la degradación de los suelos es un problema global, sus efectos son locales y las soluciones deben ser de ámbito local, también. Así, limitar la expansión de las actividades agrícolas, sustituyendo grandes latifundios por pequeños productores, más eficientes en el uso de los recursos; adoptar buenas prácticas agrícolas (aterrazamiento, evitar roturaciones en pendientes elevadas, agroecología, etc.); adoptar dietas con mayor presencia de vegetales, reducir el consumo de proteína animal y, en todo caso, que ésta provenga de producción ecológica, y evitar el despilfarro de comida (en España se tiran 9 millones de toneladas de comida al año, 135 kilos por persona) son algunas de las medidas propuestas por la Comisión Europea que pueden contribuir a la solución de este grave problema que es la desertificación. Pongámonos manos a la obra.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

martes, 19 de junio de 2018

REFUGIADOS CLIMÁTICOS

Acaban de llegar los 629 refugiados al puerto de Valencia, en un gesto que debe ser una llamada de atención para solucionar la situación de las personas que intentan cruzar diariamente el Mediterráneo, a pesar de los ladridos de un sector (aún demasiado grande) de población española y europea que saca su peor parte, la insolidaria, la egoísta, la xenófoba y racista. La tragedia de las miles de personas que intentan desesperadamente llegar a Europa, poniendo en riesgo sus vidas y las de sus hijas e hijos, son el síntoma de que el rumbo que el planeta está tomando nos lleva a unas décadas complicadas.
“En las últimas tres décadas se han triplicado las sequías y las inundaciones y los cambios en el medio ambiente han provocado desplazamientos superiores a aquellos causados por los conflictos bélicos”
Puede que los conflictos que asolan muchos países africanos sean uno de los factores que llevan a su población a huir, pero hay otro aspecto que motiva la emigración: el cambio climático. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), organismo asociado a la ONU, “los migrantes por motivos ambientales son personas que debido a cambios repentinos o graduales en el medio ambiente, que inciden negativamente en sus condiciones de vida, se ven obligados a —o deciden— abandonar sus viviendas habituales, ya sea de manera temporal o permanente, y se desplazan a otras partes de su propio país o fuera del mismo”. En las últimas tres décadas se han triplicado las sequías y las inundaciones y los cambios en el medio ambiente han provocado desplazamientos superiores a aquellos causados por los conflictos bélicos. El alto crecimiento demográfico de los países en vías de desarrollo contribuye también al empeoramiento de sus condiciones de vida.
Desgraciadamente, siguen saliendo a la luz más datos que nos indican que estamos lejos de ese cambio de rumbo. Hace unos días se ha conocido el último estudio referido al cambio climático y sus consecuencias en la Antártida, realizado por un consorcio internacional de 84 científicos, estudio que ha sido publicado en la revista Nature. Este informe afirma quela Antártida perdió tres billones de toneladas de hielo desde 1992 hasta 2017, cantidad suficiente como para elevar el nivel del mar en casi ocho milímetros. Un 40% de este desprendimiento ocurrió en los últimos cinco años, es decir, el ritmo de pérdida de la capa de hielo del continente se triplicó en ese periodo. Anualmente se están vertiendo más de 200.000 millones de toneladas de hielo en el océano, lo que está provocando el incremento de los niveles del mar en medio milímetro cada año.
Este estudio nos confirma, una vez más, la realidad del cambio climático, que afecta mucho más a los países en vías de desarrollo, a pesar de que somos nosotros los principales culpables, debido sobre todo a nuestro nivel de consumo de materiales, 10 veces más que los países más pobres y dos veces más que el promedio mundial. Sequías, inundaciones, pérdidas de cosechas, hambrunas e incluso, en un futuro no muy lejano, desaparición de poblaciones costeras debido al aumento del nivel del mar, son razones lo suficientemente poderosas como para obligar a millones de personas a salir de sus lugares de origen a su pesar, dejando familias, amigos y su entorno, para embarcarse en un viaje de varios años hacia un continente, el nuestro, donde no son bien recibidos y donde se les presenta un futuro incierto, sí, pero sin riesgo para sus vidas, lo que es suficiente motivo para intentar este peligroso viaje, aunque muchas de esas personas se dejen la vida en el intento.
Por mucho que, desde Occidente, se apoye a estos países con proyectos de ayuda al desarrollo, si no se comienza desde ahora mismo a cambiar el modelo económico en el llamado “primer mundo”, será muy difícil, si no imposible, hacer que en África y Oriente Próximo se revierta el caos y los conflictos, debidos en parte al clima y también a nuestra dependencia de las materias primas que se extraen allí (combustibles fósiles, metales, etc.). Una reducción de nuestro consumo y la transición ecológica de la economía deben ser el primer paso para conseguir un futuro más pacífico, al tiempo que es una esperanza para los países más allá del Mediterráneo.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

lunes, 28 de mayo de 2018

EL MEDIO AMBIENTE, REHÉN DEL GOBIERNO

El Gobierno de la Región de Murcia está promoviendo dos medidas que suponen un golpe al concepto de sostenibiidad como criterio principal para la toma decisiones políticas que tienen que ver con el medio ambiente. Por un lado, el viernes pasado, en el transcurso del Foro 'La Verdad'- Banco Sabadell, el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, anunció la tramitación de una Ley de Simplificación Administrativa para agilizar las evaluaciones y autorizaciones ambientales, con el objetivo, según él, de “apoyar a las empresas a ganar nuevos mercados, que allanen el camino para que puedan crecer y competir a escala global (…) desbloqueando aquellos expedientes que frenan la creación de puestos de trabajo y de riqueza”, usando el típico lenguaje que tan querido es por el neoliberalismo. Esta ley se ha redactado con el único apoyo de la patronal empresarial, verdaderos beneficiarios de unas medidas que facilitarían el desarrollo de proyectos empresariales que afectan al medio ambiente.
“La Ley de Simplificación Administrativa es el medio que tiene el Gobierno regional de allanar el camino para que las empresas que necesiten del preceptivo estudio de impacto ambiental estén libres de trabas legales y puedan actuar, en la práctica, sin impedimentos”
Para un cierto sector empresarial de nuestra región, el medio ambiente no es más que un obstáculo para sus fines, que no es otro que la obtención del máximo beneficio a costa del interés general. Se vio en el pasado, con los fallidos proyectos urbanísticos de Marina de Cope o el ahora investigado proyecto “Novo Carthago” (en el que están pendientes de procesamiento los exconsejeros Cerdá, Marqués y Bascuñana), y se comprueba con el proyectado macropuerto de El Gorguel: si se les dejara cancha libre, los espacios naturales serían pasto de cualquier proyecto faraónico que se les ocurriera, sin importar las consecuencias ambientales. La Ley de Simplificación Administrativa no es más que el medio que tiene el Gobierno regional de allanar el camino para que miles de empresas que pretenden realizar su actividad empresarial y necesiten del preceptivo estudio de impacto ambiental estén libres de trabas legales y puedan actuar, en la práctica, sin impedimentos.
La otra noticia que supone un jarro de agua fría a la sostenibilidad es la inminente firma del Pacto por el Agua entre PP, PSOE y Cs, acuerdo que incluye los calificados por López Miras como los “imprescindibles” trasvases, además de la desalación. Del PP y de Ciudadanos nos esperábamos esa postura, ya que para ellos eso del cambio climático y la escasez del agua es una falacia creada por sus enemigos para atacar al Gobierno. Pero que el PSOE se preste a esta maniobra viene a decirnos que todo vale para ganar votos, aunque sea contradiciendo a la presidenta de su propio partido, la exministra Narbona quien, en una reciente entrevista, abogaba de forma acertada por un cambio de actitud para dejar atrás “la política de la oferta” por una “mejor demanda de los recursos”, denunciando que la política del PP en materia de agua está basada en infraestructuras y trasvases, apelando a las recomendaciones de la Comisión Europea para mejorar la gestión de los recursos hídricos, al tiempo que propone realizar una auditoría en España “para conocer cuánta agua se utiliza, quién la paga y por cuánto”. Sabido es que la política trasvasista es un error, ya que actúa sobre un recurso, el agua, que, en un contexto de cambio climático como el que sufrimos, será cada vez más escaso.
Esa premura por aprobar estas dos medidas por parte del Gobierno de López Miras, una de ellas con la connivencia de los socialistas murcianos, está relacionada con el calendario de la presente legislatura. El posible triunfo de la moción de censura presentada en el Congreso por parte del PSOE como consecuencia de la reciente sentencia de la Gürtel podría trastocar los planes del PP en su política hidrológica, y la celebración de las elecciones autonómicas y municipales el año que viene les obliga a mover ficha para dejar atadas estas decisiones que podrían condicionar a un posible futuro gobierno de signo contrario al actual.
De nuevo el medio ambiente es rehén de las decisiones políticas del PP, y bien harían algunas formaciones políticas en pensar menos en términos de obtención de réditos electorales y más en el interés general, teniendo en cuenta la opinión de la comunidad científica.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

sábado, 5 de mayo de 2018

MAYO DEL 68, 15M, DOS ANHELOS AÚN POR ALCANZAR

El 22 de marzo de 1968, un centenar de estudiantes de la Universidad de Nanterre, una localidad situada a una docena de kilómetros al noroeste de Paris, pertenecientes casi todos ellos a grupos anarquistas e izquierdistas, entre ellos un tal Daniel Cohn-Bendit, ocuparon el edificio administrativo de la Universidad, como protesta ante la falta de perspectivas y la denuncia de una sociedad tradicional, consumista y jerárquica. Esa acción a priori banal encendió la mecha de un hecho que marcaría la historia reciente de Francia y daría la vuelta a los conceptos hasta entonces asumidos, con el rechazo al orden establecido, el cuestionamiento de la autoridad y la sed de libertad.
“El 15-M fue un movimiento de indignación, pacífico y sin episodios de violencia, y, como el mayo francés, a este movimiento le ha seguido el periodo de mayor conservadurismo de la historia reciente en nuestro país, que aún sufrimos”
Tras un mes de asambleas y huelgas en la Universidad de Nanterre, el movimiento estudiantil se traslada a Paris y a la Sorbona, donde, entre otras cosas, se reivindica la reestructuración del sistema educativo. El viernes 3 de mayo, la serie de movilizaciones y ocupaciones hacen que el rector de La Sorbona decida cerrar la Universidad y enviar a la policía para desalojar a los estudiantes rebeldes. Lo que en principio creían iba a ser una operación sencilla se le complica a la policía de Paris, al utilizar ésta la violencia de forma indiscriminada y no contar con la respuesta masiva de los estudiantes, que comienzan a “buscar la playa bajo los adoquines”, como reza uno de los lemas más famosos de este movimiento, y utilizar éstos como armas defensivas ante el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la Gendarmería. El viernes 10 de mayo se levantan las primeras barricadas, y se desencadena la batalla campal, con cientos de heridos en ambos bandos y multitud de detenidos entre el colectivo estudiantil. El 14 de mayo, las huelgas se trasladan a las fábricas, paralizando el país, con 20 millones de huelguistas que reclaman aumentos salariales y mejoras en las condiciones laborales.
La expulsión del líder estudiantil Cohn-Bendit a Alemania por parte del ministro del Interior refuerza la lucha callejera, pero se activa la reacción de los sectores conservadores de la sociedad francesa, con una masiva manifestación de apoyo al presidente De Gaulle el 30 de mayo en los Campos Elíseos y la aceptación por parte del colectivo obrero de un aumento salarial (los acuerdo de Grenelle). Durante el mes de junio, el movimiento de protesta va agonizando poco a poco, y el 14 de junio se produce el desalojo del Teatro del Odeón, sede ocupada por los estudiantes en ese mes de mayo. Quince días después, las elecciones legislativas dan a De Gaulle y a la derecha la victoria por amplia mayoría, acabando así con ese movimiento que marcó a toda una generación.
Hasta aquí el relato de los hechos. A pesar de la corta duración de este movimiento, el mayo 68 supuso un giro copernicano en aspectos como la sexualidad, la ecología, el pacifismo, la libertad de expresión o el feminismo, abriendo la mente a los jóvenes de entonces, que fueron los adultos de las décadas siguientes. Sin embargo, el mundo que ese movimiento preconizaba no ha llegado aún. Todos los analistas coinciden en afirmar que, a pesar de sus buenas intenciones, la sociedad que salió de ese trance fue más individualista, adicta al hiperconsumismo y, en última instancia, es una generación conformista que se ha adaptado al neoliberalismo que, a partir de los años 80, impera en Europa, llegando al extremo del auge de la extrema derecha en el continente europeo.
Es inevitable trazar un paralelismo con nuestro mayo particular, el del año 2011. El 15-M fue también un movimiento de indignación, éste pacífico y sin episodios de violencia, y, como el mayo francés, a este movimiento le ha seguido el periodo de mayor conservadurismo de la historia reciente en nuestro país, que aún sufrimos, con la aprobación de leyes represoras (la ley Mordaza), un sistema educativo que disminuye la igualdad de oportunidades y reduce la inversión en educación pública (la LOMCE), una sanidad pública con falta de recursos, mientras se potencia al sector privado, el arrinconamiento de las cuestiones ambientales por parte del gobierno, la inacción en cuestiones como la violencia de género, la pobreza o los desahucios y una sociedad más empobrecida mientras los ricos son cada vez más ricos.
50 años después de los acontecimientos del mayo 68, y siete años después del 15-M, tenemos aún pendiente hacer realidad los anhelos que surgieron de estos movimientos, a través de los lemas como “la imaginación al poder”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”, “lo llaman democracia y no lo es”, o “error del sistema, reinicie, por favor”.
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jueves, 19 de abril de 2018

A VUELTAS CON LAS CRECIDAS DE LOS RIOS Y LOS TRASVASES

Una vez más, y tal y como ocurre cuando los ríos de las cuencas del norte de España van cargados de caudal, como consecuencia de las recientes lluvias y nevadas, en la Región de Murcia resurgen los comentarios acerca del “agua que el Ebro arroja al mar”, considerando los cauces de los ríos como simples tuberías que transportan agua de un sitio a otro, y obviando que las crecidas son una parte importante del ciclo fluvial. De nuevo hay que hacer pedagogía sobre las dinámicas de los ríos. Según la Fundación Nueva Cultura del Agua, las crecidas distribuyen y clasifican los sedimentos y ordenan la vegetación, y también lo limpian de especies invasoras y de poblaciones excesivas de determinadas especies, como las algas que han proliferado en los últimos años en tantos cauces.
“López Miras pasa por alto que la construcción de una obra faraónica del calibre del trasvase Ebro-Segura sería económica y ambientalmente insostenible”
Cuando el presidente López Miras se alarma porque “el río Ebro ha arrojado al mar en solo doce horas los hectómetros cúbicos de agua que necesitamos en la Región para todo un año”, pasa por alto que la construcción de una obra faraónica del calibre del trasvase Ebro-Segura sería económica y ambientalmente insostenible. Se estima que el coste real de esta obra superaría los 23.000 millones de euros, con una financiación parcial por parte de la UE. Sin embargo, la propia administración europea ya advirtió en 2014 que la planificación hidrológica española no cumple con varias de las exigencias de la Directiva Marco de Agua, sobre todo en lo concerniente a la construcción de las nuevas presas necesarias para este objetivo, así como a la justificación de los costes, normalmente indicados a la baja.
En nuestro país, tras estos episodios de crecidas catastróficas, se suele apelar a soluciones tecnológicas, con la construcción de motas, embalses y diques, además de sacar a relucir de nuevo la famosa “interconexión de cuencas”, contemplando esta posible situación de una manera a menudo simplista. Los especialistas advierten continuamente de las consecuencias ambientales y sociales de la realización de los grandes trasvases, debidas a la construcción de embalses y de conducciones. España ya cuenta con 1.225 grandes embalses, somos el quinto país del mundo con más infraestructuras de este tipo y el primero de la UE, y nuestros sistemas fluviales son de los más regulados del mundo. La interconexión de cuencas necesitaría aún de más infraestructuras.
La construcción de nuevos embalses supondría la desaparición de todo lo que queda dentro del vaso del embalse, incluido el desplazamiento forzoso de la población de la zona, y el impacto generado sobre el ecosistema fluvial, debido a la alteración importante en el régimen de caudales del río aguas abajo, con la pérdida de biodiversidad. Por su parte, la construcción de conducciones implicaría un efecto barrera para la fauna terrestre, impidiendo el tránsito natural de las especies de un lugar a otro; además, se produciría la introducción de especies alóctonas en las cuencas receptoras, produciendo desequilibrios ecológicos importantes.
La llegada de más agua de otras cuencas a la Región de Murcia, viendo los antecedentes, implicará un incremento insostenible en la demanda de los recursos hídricos, asociado al aumento de los regadíos y propiciará aún más la sobreproducción de productos agrícolas destinados a la exportación que únicamente favorecen a los grandes grupos empresariales, frente a los pequeños agricultores, sobre todo los que usan prácticas agroecológicas.
Por otro lado, las consecuencias catastróficas de las inundaciones son debidas, casi siempre, al hecho de haber ignorado el espacio modelado por las crecidas, habiendo permitido las distintas administraciones la construcción de bloques de viviendas, granjas, escuelas, polideportivos, industrias, garajes y todo tipo de infraestructuras en las zonas inundables de los ríos. Se calcula que en España hay más de 50.000 construcciones ilegales en el dominio público hidráulico, y que más de 700.000 españoles viven en zonas de riesgo de inundación.
Frente a esta situación, el sentido común nos dicta que, en un contexto de cambio climático, la manera de gestionar nuestros ríos de forma sostenible pasa por varias medidas, ampliamente repetidas por expertos ecólogos, partidos verdes y organizaciones ecologistas: aplicar una adecuada gestión de la demanda de agua, frente a la gestión de la oferta; respetar a los ríos, su función, su territorio y su dinámica; potenciar el uso de las desaladoras ya construidas, invirtiendo en investigación para la utilización de fuentes renovables de energía para la producción y distribución de agua desalada a un menor precio; y, sobre todo, es urgente un cambio en el modelo productivo agrícola, para salir de los procedimientos industriales, intensivos y contaminantes actuales.
Artículo publicado en La Crónica del Pajarito: