lunes, 28 de mayo de 2018

EL MEDIO AMBIENTE, REHÉN DEL GOBIERNO

El Gobierno de la Región de Murcia está promoviendo dos medidas que suponen un golpe al concepto de sostenibiidad como criterio principal para la toma decisiones políticas que tienen que ver con el medio ambiente. Por un lado, el viernes pasado, en el transcurso del Foro 'La Verdad'- Banco Sabadell, el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, anunció la tramitación de una Ley de Simplificación Administrativa para agilizar las evaluaciones y autorizaciones ambientales, con el objetivo, según él, de “apoyar a las empresas a ganar nuevos mercados, que allanen el camino para que puedan crecer y competir a escala global (…) desbloqueando aquellos expedientes que frenan la creación de puestos de trabajo y de riqueza”, usando el típico lenguaje que tan querido es por el neoliberalismo. Esta ley se ha redactado con el único apoyo de la patronal empresarial, verdaderos beneficiarios de unas medidas que facilitarían el desarrollo de proyectos empresariales que afectan al medio ambiente.
“La Ley de Simplificación Administrativa es el medio que tiene el Gobierno regional de allanar el camino para que las empresas que necesiten del preceptivo estudio de impacto ambiental estén libres de trabas legales y puedan actuar, en la práctica, sin impedimentos”
Para un cierto sector empresarial de nuestra región, el medio ambiente no es más que un obstáculo para sus fines, que no es otro que la obtención del máximo beneficio a costa del interés general. Se vio en el pasado, con los fallidos proyectos urbanísticos de Marina de Cope o el ahora investigado proyecto “Novo Carthago” (en el que están pendientes de procesamiento los exconsejeros Cerdá, Marqués y Bascuñana), y se comprueba con el proyectado macropuerto de El Gorguel: si se les dejara cancha libre, los espacios naturales serían pasto de cualquier proyecto faraónico que se les ocurriera, sin importar las consecuencias ambientales. La Ley de Simplificación Administrativa no es más que el medio que tiene el Gobierno regional de allanar el camino para que miles de empresas que pretenden realizar su actividad empresarial y necesiten del preceptivo estudio de impacto ambiental estén libres de trabas legales y puedan actuar, en la práctica, sin impedimentos.
La otra noticia que supone un jarro de agua fría a la sostenibilidad es la inminente firma del Pacto por el Agua entre PP, PSOE y Cs, acuerdo que incluye los calificados por López Miras como los “imprescindibles” trasvases, además de la desalación. Del PP y de Ciudadanos nos esperábamos esa postura, ya que para ellos eso del cambio climático y la escasez del agua es una falacia creada por sus enemigos para atacar al Gobierno. Pero que el PSOE se preste a esta maniobra viene a decirnos que todo vale para ganar votos, aunque sea contradiciendo a la presidenta de su propio partido, la exministra Narbona quien, en una reciente entrevista, abogaba de forma acertada por un cambio de actitud para dejar atrás “la política de la oferta” por una “mejor demanda de los recursos”, denunciando que la política del PP en materia de agua está basada en infraestructuras y trasvases, apelando a las recomendaciones de la Comisión Europea para mejorar la gestión de los recursos hídricos, al tiempo que propone realizar una auditoría en España “para conocer cuánta agua se utiliza, quién la paga y por cuánto”. Sabido es que la política trasvasista es un error, ya que actúa sobre un recurso, el agua, que, en un contexto de cambio climático como el que sufrimos, será cada vez más escaso.
Esa premura por aprobar estas dos medidas por parte del Gobierno de López Miras, una de ellas con la connivencia de los socialistas murcianos, está relacionada con el calendario de la presente legislatura. El posible triunfo de la moción de censura presentada en el Congreso por parte del PSOE como consecuencia de la reciente sentencia de la Gürtel podría trastocar los planes del PP en su política hidrológica, y la celebración de las elecciones autonómicas y municipales el año que viene les obliga a mover ficha para dejar atadas estas decisiones que podrían condicionar a un posible futuro gobierno de signo contrario al actual.
De nuevo el medio ambiente es rehén de las decisiones políticas del PP, y bien harían algunas formaciones políticas en pensar menos en términos de obtención de réditos electorales y más en el interés general, teniendo en cuenta la opinión de la comunidad científica.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

sábado, 5 de mayo de 2018

MAYO DEL 68, 15M, DOS ANHELOS AÚN POR ALCANZAR

El 22 de marzo de 1968, un centenar de estudiantes de la Universidad de Nanterre, una localidad situada a una docena de kilómetros al noroeste de Paris, pertenecientes casi todos ellos a grupos anarquistas e izquierdistas, entre ellos un tal Daniel Cohn-Bendit, ocuparon el edificio administrativo de la Universidad, como protesta ante la falta de perspectivas y la denuncia de una sociedad tradicional, consumista y jerárquica. Esa acción a priori banal encendió la mecha de un hecho que marcaría la historia reciente de Francia y daría la vuelta a los conceptos hasta entonces asumidos, con el rechazo al orden establecido, el cuestionamiento de la autoridad y la sed de libertad.
“El 15-M fue un movimiento de indignación, pacífico y sin episodios de violencia, y, como el mayo francés, a este movimiento le ha seguido el periodo de mayor conservadurismo de la historia reciente en nuestro país, que aún sufrimos”
Tras un mes de asambleas y huelgas en la Universidad de Nanterre, el movimiento estudiantil se traslada a Paris y a la Sorbona, donde, entre otras cosas, se reivindica la reestructuración del sistema educativo. El viernes 3 de mayo, la serie de movilizaciones y ocupaciones hacen que el rector de La Sorbona decida cerrar la Universidad y enviar a la policía para desalojar a los estudiantes rebeldes. Lo que en principio creían iba a ser una operación sencilla se le complica a la policía de Paris, al utilizar ésta la violencia de forma indiscriminada y no contar con la respuesta masiva de los estudiantes, que comienzan a “buscar la playa bajo los adoquines”, como reza uno de los lemas más famosos de este movimiento, y utilizar éstos como armas defensivas ante el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la Gendarmería. El viernes 10 de mayo se levantan las primeras barricadas, y se desencadena la batalla campal, con cientos de heridos en ambos bandos y multitud de detenidos entre el colectivo estudiantil. El 14 de mayo, las huelgas se trasladan a las fábricas, paralizando el país, con 20 millones de huelguistas que reclaman aumentos salariales y mejoras en las condiciones laborales.
La expulsión del líder estudiantil Cohn-Bendit a Alemania por parte del ministro del Interior refuerza la lucha callejera, pero se activa la reacción de los sectores conservadores de la sociedad francesa, con una masiva manifestación de apoyo al presidente De Gaulle el 30 de mayo en los Campos Elíseos y la aceptación por parte del colectivo obrero de un aumento salarial (los acuerdo de Grenelle). Durante el mes de junio, el movimiento de protesta va agonizando poco a poco, y el 14 de junio se produce el desalojo del Teatro del Odeón, sede ocupada por los estudiantes en ese mes de mayo. Quince días después, las elecciones legislativas dan a De Gaulle y a la derecha la victoria por amplia mayoría, acabando así con ese movimiento que marcó a toda una generación.
Hasta aquí el relato de los hechos. A pesar de la corta duración de este movimiento, el mayo 68 supuso un giro copernicano en aspectos como la sexualidad, la ecología, el pacifismo, la libertad de expresión o el feminismo, abriendo la mente a los jóvenes de entonces, que fueron los adultos de las décadas siguientes. Sin embargo, el mundo que ese movimiento preconizaba no ha llegado aún. Todos los analistas coinciden en afirmar que, a pesar de sus buenas intenciones, la sociedad que salió de ese trance fue más individualista, adicta al hiperconsumismo y, en última instancia, es una generación conformista que se ha adaptado al neoliberalismo que, a partir de los años 80, impera en Europa, llegando al extremo del auge de la extrema derecha en el continente europeo.
Es inevitable trazar un paralelismo con nuestro mayo particular, el del año 2011. El 15-M fue también un movimiento de indignación, éste pacífico y sin episodios de violencia, y, como el mayo francés, a este movimiento le ha seguido el periodo de mayor conservadurismo de la historia reciente en nuestro país, que aún sufrimos, con la aprobación de leyes represoras (la ley Mordaza), un sistema educativo que disminuye la igualdad de oportunidades y reduce la inversión en educación pública (la LOMCE), una sanidad pública con falta de recursos, mientras se potencia al sector privado, el arrinconamiento de las cuestiones ambientales por parte del gobierno, la inacción en cuestiones como la violencia de género, la pobreza o los desahucios y una sociedad más empobrecida mientras los ricos son cada vez más ricos.
50 años después de los acontecimientos del mayo 68, y siete años después del 15-M, tenemos aún pendiente hacer realidad los anhelos que surgieron de estos movimientos, a través de los lemas como “la imaginación al poder”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”, “lo llaman democracia y no lo es”, o “error del sistema, reinicie, por favor”.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito: